Hervían este miércoles, día de sesión de control parlamentario al Gobierno, los pasillos del Congreso de los Diputados. Mis colegas, y yo mismo, nos lanzábamos sobre Rajoy para preguntarle acerca de la que parecía ya inminente libertad del ex tesorero del PP, Luis Bárcenas: fue este un acoso periodístico claramente incómodo para el presidente, que acababa de 'adelantar', de manera quizá no del todo reglamentaria, que la EPA de este jueves será particularmente buena. Soltó como pudo Rajoy la 'patata caliente', remarcando que hace tiempo que Bárcenas no está en el PP y demostrando que le sigue faltando una estrategia de comunicación para afrontar este caso, que, con el ex tesorero en la calle, y sin gran cosa ya que perder, puede ser una caja de bombas preelectorales para el partido que gobierna en España.
Luego, el acoso fue para Pedro Sánchez, el secretario general del PSOE. Quien, no menos incómodo ante el aluvión de periodistas que querían saber las últimas noticias acerca de lo que pueda o no hacer la presidenta andaluza, Susana Díaz, acerca de un adelanto de las elecciones autonómicas, se zafó como pudo: «no contribuiré a incrementar el ruido», me pareció oirle (o algo semejante), mientras escapaba por una escalera.
No quisiera hoy entrar en el fondo de ambos asuntos, muy jugosos por cierto, sino comentar las obvias deficiencias que, en días de gran tensión política -últimamente, casi todos–, muestran esos pasillos de la Cámara Baja -y de la alta- cuando precisamente se haría más necesaria una buena comunicación entre la clase política y la mediática, al fin y al cabo intermediaria de la ciudadanía. Los diputados, incluyendo a muchos de a pie, llegan a la sede parlamentaria mirando hacia el infinito, sin ver a los periodistas que quieren recabar sus opiniones. Y se me ocurrió, en este día de sesión de control, que es cuando más informadores nos congregamos en sede parlamentaria, que también en estos detalles ha de percibirse esa nueva forma de gobernar a los españoles que algunos, muchos, venimos reclamando. Porque eso, atender con amabilidad y eficacia a los chicos de la prensa, también forma parte -y parte importante– de la transparencia. ¿O no?
Fernando Jáuregui