La concesión de libertad bajo fianza a Luis Bárcenas, ex tesorero del PP y ex senador popular por Cantabria, está dando pie a manifestaciones de variado jaez. Sabido que este ciudadano llevaba ya 19 nueve meses en prisión preventiva y que el juez instructor parece haber concluido el sumario, la posibilidad de que pueda salir de prisión bajo fianza de 200.000 euros y con medidas cautelares, en principio, no debería abrir el portón de las suspicacias. Ni cerrar la puerta del olvido. Suspicaces han sido los comentarios de algunos portavoces de la oposición (Hernando, Centella) y clamoroso -por no calificarlo de patético- el ejercicio de amnesia del portavoz del PP, Rafael Hernando, diciendo que no le preocupaba la suerte procesal que pudiera correr su compañero de partido de tantos años. Nadie conoce a nadie. Ninguno de los dirigentes veteranos del Partido Popular, colegas durante años de Bárcenas, quiere reconocer que conocían a Bárcenas. Ni quien le nombró tesorero (Mariano Rajoy), ni quien fue su secretario general, paisano y amigo, Javier Arenas, el hombre que tras descubrirse el pastel de las cuentas suizas negoció el finiquito y la salida «en diferido» de Bárcenas del partido. En el sumario instruido constan datos acerca del pago con dinero «B» de obras realizadas en la sede del PP en la calle Génova de Madrid. Luego está la historia de los sobres. Los famosos «sobre-sueldos». Nadie conoce a nadie y todos huyen del apestado para quien el fiscal pide cuarenta años de cárcel, pero Bárcenas ,como el dinosaurio del cuento, está ahí. Y puede que calle o puede que se decida a contar lo que sabe de la financiación irregular del partido al que perteneció durante veinte años. Sólo Bárcenas sabe lo que le conviene decir o callar, pero de su silencio depende el alivio de tantos que habrá que seguir este asunto con la atención con la que los entomólogos asisten a los aleteos finales de las mariposas antes de cerrar el álbum en el que guardar sus hallazgos. No es remota la posibilidad de que algún medio de comunicación en ciernes esté ya pugnando por las memorias de Bárcenas. Sabido es que la venganza es plato que se sirve frio. Incluso en invierno.
Fermín Bocos