Susana Díaz, presidenta de Andalucía, arriesga al disolver el Parlamento regional y convocar elecciones para el 22 de marzo. Lo cercano de la fecha -antes de los comicios municipales señalados para el 25 de mayo- arroja luz acerca del criterio seguido para fechar la maniobra: el temor a Podemos. A dos meses vista, Podemos, la fuerza política emergente que disputa al PSOE el liderazgo y la bandera de la izquierda apenas dispondrá de tiempo para organizarse. Por contra, el Partido Socialista, que gobierna ininterrumpidamente en Andalucía desde hace más de 35 años es una maquinaria política potente que dispone de una considerable estructura clientelar. Tiene además, favor, el viento de Canal Sur y dispone de recursos económicos con los que no cuentan ni Podemos ni IU, su otro rival en el caladero de votos de la izquierda. Pocos se han creído la razón dada por la señora Díaz para anticipar los comicios. La supuesta falta de apoyo de sus actuales socios de IU, carencia explicada en términos de amenaza para la estabilidad del gobierno regional, se desvanece ante la evidencia de que contaba con unos Presupuestos aprobados lo que le habría permitido agotar la legislatura. Los propios dirigentes de IU (Maillo, entre ellos) han desmentido la pretendida falta de apoyo. Así las cosas, cabe pensar que Susana Díaz, conocedora de su popularidad y de las encuestas que pronostican un fiasco del PSOE en el conjunto del Estado quiere asegurarse un triunfo personal -será la primera vez que se mide en las urnas- intentando aprovecharse de la única excepción a ésa tendencia: la conocida adhesión de un parte del electorado andaluz al Partido Socialista. También parece haber integrado en sus cálculos el bajo perfil político que presenta Juan Manuel Moreno Bonilla actual líder del PP andaluz.
Estamos pues ante un anticipo electoral que tiene un alto contenido de estrategia política. Si gana el envite, Susana Díaz consolidará su liderazgo en la tribu socialista. Dentro y fuera de Andalucía. Su apuesta es muy fuerte y parece estar muy segura. Ya solo falta saber qué piensan los andaluces.
Fermín Bocos