El PSOE presenta a sus candidatos autonómicos este fin de semana en Valencia y a primeros de marzo hará lo propio con los municipales en Sevilla. De ahí saldrán los respectivos documentos marco del programa electoral. Según explican los dirigentes socialistas, los contenidos tratarán de propagar un triple mensaje: por el empleo, la igualdad y el rearme moral. Sus destinatarios; la clase trabajadora y las clases medias. Con tres líneas de actuación estratégica: ocupar el centro, consolidar a Pedro Sánchez y presentar un proyecto claro donde «otra forma de hacer las cosas» para cumplir con Bruselas sea compatible con el mantenimiento del Estado del Bienestar.
Y una condición sine qua non: que pare el ruido que venían haciendo algunos ex dirigentes conocidos como históricos enredadores o víctimas de frustraciones mal curadas. Reciente está todavía la reunión de Bono y Zapatero con los primeros dirigentes de Podemos, a los que pidieron discreción, prueba evidente de su mala conciencia. Pablo Iglesias declaró luego que en realidad Bono, Zapatero y Page defendieron a Pedro Sánchez, pero las palabras del dirigente de Podemos no sirvieron para abolir unos hechos objetivamente graves, aunque solo fuera porque el secretario general del PSOE tuvo que enterarse de la reunión por la prensa.
El caso es que esta Conferencia Autonómica -nombre oficial del evento- del fin de semana en Valencia coincide con la convocatoria de la manifestación de Podemos en Madrid -sábado 31-, que pretende ser una prueba de fuerza del partido de los indignados. Pero si hay exceso en la dosis, calmaría la sed de centralidad de los socialistas pocos días después de haberse reforzado con la reaparición de Aznar en el PP.
Ahora es el radical Podemos el que trata de moderarse para no ahuyentar al votante sensato del PSOE
En este sentido las elecciones griegas están operando un curioso cambio de paradigma en la disputa de votos izquierdistas. Antes era el moderado PSOE quien se veía obligado a hacer seguidismo de Podemos para evitar que le comiese terreno. Y ahora es el radical Podemos el que trata de moderarse para no ahuyentar al votante sensato del PSOE. Siempre en el bien entendido de que las mayorías se conquistan desde el centro. La cuestión no es ser más o menos de izquierdas, sino ser más o menos consistente en las propuestas. Consistencia equivale a credibilidad. Y este ha de ser el caballo de batalla del PSOE y de Pedro Sánchez en sus planes de remontada.
Ni credibilidad ni consistencia aporta a Podemos, por ejemplo, las corruptelas asociadas a sus figuras más conocidas. Especialmente las detectadas en su nicho universitario, lo cual confirma las tesis de Félix de Azúa, cuando escribió que este grupo de profesores trasladan a la política la corrupción de la Universidad. Y del mismo modo que no se les recuerda ninguna iniciativa para atajar el mal en la Universidad, tampoco han propuesto nada realmente creíble para atajarlo en la política, más allá de sus genéricas acusaciones a la corrupción endémica de la casta a la que ellos se van pareciendo cada vez más, a medida que un implacable «tic-tac» les va integrando en la clase política.
Antonio Casado