La comunicación del partido Podemos con su potencial electorado, que todavía no es sino una imprecisa conjetura, se establece en el territorio de lo pueril. De lo emocional, no, pues los emisores, el clan de los profesores universitarios, son fríos, sino de lo pueril, donde el maestro alecciona al alumno, al niño, y le depara imágenes, metáforas, analogías, comparaciones, fórmulas y ejemplos adaptados a las limitaciones culturales e intelectuales que le suponen o le adjudican. Sin embargo, la comunicación del partido Podemos consigo mismo, que también es aún más suposición que algo mensurable y tangible, se corresponde con el más clásico y ortodoxo maquiavelismo. De un lado, simpleza; de otro, retorcimiento y astucia. Pero tal vez no se trate de una contradicción.
A ese potencial electorado, a «la gente», a «las masas», a «la ciudadanía» (aunque esto de la «ciudadanía» es más del sector de Tania Sánchez), Podemos le proporciona slogans («El cielo no se toma por consenso, sino por asalto»), dichos («Tic, tac, tic, tac», «la casta», «abrir el candado», «transversalidad»), lemas («Juntos Podemos») y lugares comunes («David contra Goliat»), que no exigen percepción crítica, sino que más bien la laminan. Cosas de fácil digestión, comida rápida. En cambio, el título «Ganar o morir (lecciones políticas en Juego de Tronos)», manual de Pablo Iglesias, alude tanto al propósito de conquistar el Poder, como al de hacerlo a costa de lo que fuere, pues, según parece, le va la vida en ello. Pero, siendo ésto así, y toda vez que la organización no ha pillado aún poder alguno, sino que se prepara para ello, esas «lecciones políticas» extraídas de una serie de la televisión, se aplican en la lucha por el poder interno, por el control del partido, y ahí es donde el maquiavelismo y ese su separar la moral de la política cobra una intensidad dramática.
O dicho de otro modo: en tanto que los partidos tradicionales son pueriles por dentro y por fuera, y sus dirigentes incultos y ágrafos en general, Podemos, más leído, es pueril hacia fuera y viejo por dentro y hacia dentro. Pero, ¿cuándo saldrá en España un partido moral y unívoco que, sobre los tres pilares de la democracia, Libertad, Igualdad y Fraternidad, proponga la elevación y el progreso en todos los órdenes de la sociedad?
Rafael Torres