Pedro Sánchez he decidido apartar a Tomás Gómez de la dirección del PSOE en Madrid, disolver su ejecutiva y crear una comisión gestora. El dirigente defenestrado es el candidato socialista a la presidencia de la Comunidad de Madrid, condición que también decaerá, se supone, con este golpe de timón. El dirigente socialista ha dicho que «no piensa dar un paso atrás» y ha acusado a Sánchez de intentar fortalecer su debilitado liderazgo con esta decisión, mientras su secretaria de Organización, Maru Menéndez, ha calificado la decisión del secretario general del PSOE como un «inmenso error» cometido «fuera de los cauces democráticos del partido».
La guerra está abierta y ha estallado a 100 días de unas elecciones autonómicas y municipales que serán claves para despejar o enmarañar el camino hacia las elecciones generales que se celebrarán a fin de año. Se nos escapan muchos datos. Dice la dirección federal del PSOE que se ha adoptado esta decisión por el daño que Tomás Gómez estaba haciendo a la imagen del PSM, refiriéndose, entre otras cosas, al procedimiento judicial por el sobrecoste del tranvía de Parla, localidad madrileña de la que fue alcalde. Esta misma semana El País publicaba que la fiscalía investigaba posibles vínculos que podrían salpicar a Tomás Gómez. La cuestión es que en ese procedimiento, Gómez ni siquiera está imputado, que es una de las líneas rojas que Pedro Sánchez ha marcado para apartar, en casos graves, a dirigentes de su organización. Bajar el listón desde la imputación a la información parece un precedente difícil de gestionar en un futuro si se contempla el panorama de los escándalos abiertos en los juzgados y en los periódicos.
Así que estaríamos ante una destitución preventiva, un intento de evitar que una hipotética imputación le estalle al PSOE en vísperas de las elecciones. Y ya puestos, ante una maniobra que permitiría buscar un candidato con más tirón, vistas las expectativas que las encuestas conceden al PSOE, saltándose el procedimiento de primarias que designó a Tomás Gómez. Se habla de Ángel Gabilondo, un hombre cuyo perfil conciliador, muy parecido al del viejo profesor Tierno Galván, podría permitir al PSOE recuperar posiciones en Madrid. Pero parece raro que, ya no Gabilondo, sino cualquiera quiera emprender este camino que desde hoy está cargado de minas.
Isaías Lafuente