En el intenso año electoral que tenemos por delante, además de Podemos, ha irrumpido con fuerza en las encuestas otra formación política, Ciudadanos, nacida hace diez años en el ámbito de Cataluña, pero que liderada por Albert Rivera ha decidido dar el salto a todo el ámbito nacional. En las próximas elecciones municipales y autonómicas del mes de mayo tiene previsto presentarse en diversas Comunidades Autónomas, así como en las principales capitales de provincia.
Ciudadanos es una fuerza situada en el ámbito del centro político, de hecho reivindica, por ejemplo, la figura de Adolfo Suárez, con un discurso regenerador, implacable contra la corrupción, sin ningún tipo de dudas en la defensa de la unidad de España -en Cataluña constituyen el principal muro de contención al independentismo de Mas y ERC- y en lo económico, acaban de presentar un programa elaborado por dos economistas de reconocido prestigio -Luis Garicano y Manuel Conthe– donde la propuesta estrella la constituye el contrato único.
Las buenas expectativas electorales de Ciudadanos han puesto especialmente nervioso al PP. Algo que se puede entender en el contexto de que es a la formación presidida por Rajoy a quien más votos pueden arrebatar. El voto desencantado del PP tiene dos opciones: quedarse en casa o votar a otra formación política que no se aleje demasiado de las señas de identidad básicas de los populares. En las pasadas elecciones europeas ese voto desencantado del PP se quedó mayoritariamente en casa. De cara a las próximas citas electorales, parece claro que la opción alternativa para quien no quiera volver votar a los de Rajoy será en gran medida votar a Ciudadanos. Pero ese nerviosismo que se detecta en las filas populares no debería llevar, por ejemplo, a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, a utilizar las ruedas de prensa del Consejo de Ministros para descalificar y atacar a Ciudadanos. Eso, desde el punto de vista de los usos y costumbres de una democracia, es bastante feo.
Que haya nuevas formaciones políticas que renueven el viejo y anquilosado sistema bipartidista parece algo saludable. En el caso de Ciudadanos, los escaños que obtengan en algunos lugares importantes –por ejemplo en Madrid y Valencia- pueden ser decisivos a la hora de conformar el gobierno en esas Comunidades y Ayuntamientos. Un pacto en su caso con el PP parecería algo lógico y natural. Por eso, se entiende menos que la formación liderada por Rajoy se dedique desde hace unas semanas a descalificar de forma abrupta al partido de Rivera. En cualquier caso, ya se sabe que en la política hoy te puedes llamar de todo y mañana sentarte a la mesa a pactar. Algunos llaman a eso ser posibilistas. Otros creemos que esas prácticas son las que ya cansan y mucho a los ciudadanos.
Cayetano González