No podía haber elegido mejor momento Patricia Arquette para reivindicar el derecho de las mujeres a cobrar lo mismo que los hombres que la gran noche de los Oscar. De ahí el entusiasmo de Meryl Streep que lo celebró aplaudiéndola con entusiasmo, al igual que el resto de sus compañeros y compañeras de profesión. Señal de que están equivocados quiénes consideran que la fiesta del cine no es lugar para reivindicaciones.
Y digo yo, qué mejor altavoz para protestar que una gala que se ve en todo el mundo, por todo tipo de personas. Es fundamental alertar a la sociedad de lo importante que es que se hable de estos y otros problemas comunes en lugares de gran resonancia mediática, ya que de no hacerlo corremos el riesgo de que se entierren, de que se eternicen, de que se olviden, al menos mientras haya empresarios y dirigentes que paguen menos a una mujer que a un hombre.
Vivimos una época en la que es necesario levantar la voz para que la gente, el público que acude a ver sus películas, sepan que a igual trabajo diferente salario. Una desigualdad que sufren las grandes actrices de Hollywood pero mucho más quienes no son las protagonistas, de ahí lo importante que es que una oscarizada Arquette se posicione del lado de las más débiles, que son la mayoría, tanto en este campo como en otros de menos relevancia social.
A igual trabajo diferente salario
Recuerdo una frase premonitoria de la académica Carmen Iglesias: «Estamos confundidas si creemos que ya lo hemos conseguido todo, porque siempre puede haber una vuelta atrás». Ya se ha producido ese momento tan temido por Carmen Iglesias, que algunos justifican como daños colaterales de la crisis y otros como necesarios para que la economía vaya como un tiro. Gentes entre las que se encuentran políticos, empresarios, directivos, jueces que, consideran que nada hay más incómodo que una mujer leída, que una mujer con criterio propio. Y sin embargo, tengo la sensación de que somos las propias mujeres las que nos hemos relajado nuestra lucha por la igualdad, quizá porque hemos vivido unos años en los que se daba por supuesto que todo lo que había que conseguir ya estaba conseguido. Cuan equivocadas estábamos al comprobar que todavía queda mucho por lograr. No solo en el mundo del espectáculo también en el de los inmigrantes, en el de los homosexuales, en el laboral, uno de los más sangrantes en estos momentos, pues estamos viendo como se van por el sumidero derechos de los trabajadores que creíamos conquistados y que nadie se atrevería a tocar. Pero ha bastado que la crisis hiciera su aparición para que desde instituciones como la CEOE se oigan voces pidiendo salarios más bajos para los trabajadores, más contratos basura, menos derechos, mientras ellos en los consejos de administración de sus empresas se ponen sueldos millonarios, que no dudo que merezcan algunos, no todos, tal y como hemos podido comprobar en Bankia y en otras empresas que se han aprovechado del ahorro de los más débiles y necesitados para llenar sus bolsillos y cuentas corrientes.
Pero Patricia Arquette no solo reivindico el derecho a cobrar lo mismo, también insistió en la situación de precariedad en la que se encuentran las madres solteras, donde se da el mayor porcentaje de niños que viven o rozan la pobreza. Un mundo que conoce bien porque ella también lo fue. De ahí su lucha en un país que donde no es oro todo lo que reluce, y donde las desigualdades están a la vista de todos, la más sangrante de todas la imposibilidad de conseguir una sanidad pública universal, debido a la presión que ejercen las farmacéuticas y las aseguradoras. Un sistema que a algunos les gustaría implantar en nuestro país, y por el que hay que seguir luchando no sea que aprovechándose del difícil momento que estamos vivienda, una mañana nos levantemos y haya desaparecido nuestro estado de bienestar. Razón por la cuál, ahora que estamos ya en campaña electoral continuada, tendremos que estar atentos a los programas de los partidos, para evitar que nos metan gato por liebre.
Rosa Villacastín