Esperanza Aguirre no es Ángel Gabilondo. Quiero decir que no está hecha para estar en la política a expensas de decisiones tomadas por otros. Todavía estaba fresca la tinta de la noticia de su designación para encabezar la lista del PP a la alcaldía de Madrid cuando salió a la palestra para advertir que si la quieren imponer las listas, una gestora y el programa electoral, se va a su casa. Niega haber comprometido con María Dolores de Cospedal (secretaria general) la renuncia a la presidencia del partido en Madrid. Aguirre está acostumbrada a mandar y por lo tanto, obedece mal. La excepción fue con José María Aznar. Aznar tenía a todos sus colaboradores en un puño. Obvio resulta reseñar que Rajoy no es Aznar y que las relaciones entre el Presidente y la ahora candidata (ex ministra, ex presidenta del Senado y ex presidenta de Madrid) nunca han sido buenas. Son como el aceite y el agua. Rajoy es frío, socialmente tímido y huye del ruido mientras que Aguirre está en su salsa en medio de la multitud. También es apreciable la dispar manera que uno y otro tienen de asumir la ideología liberal de la que se reclama deudo el PP. De hecho son dos formas de ver la política desde posiciones conservadoras.
Es probable que Aguirre haya vuelto a la primera línea de la política -de la que nunca se fue del todo- acariciando la idea de que todavía podría aspirar a ser la líder del partido. Repetir el sueño de cuando en el congreso de Valencia estuvo en un tris de disputar el liderazgo a Mariano Rajoy. Pero echó cuentas y no dio el paso. En aquella ocasión, el apoyo de Arenas (Andalucía ) y Camps (Valencia) salvó a Rajoy. Ahora el cálculo es otro. Si el PP pierde la mayoría absoluta (pronóstico de todos los sondeos), el partido se replantea el liderazgo y ella se encuentra en una tribuna tan mediática como es el Ayuntamiento de Madrid, podría ser la oportunidad esperada. Para que todo fuera algo más que un sueño renovado tendrían que pasar dos cosas: conservar la presidencia del potente PP madrileño (de ahí el rebote cuando la han pedido que renuncie) y ganar las elecciones municipales. Y domeñar su proteico carácter. El que le lleva a decir lo que piensa caiga quien caiga. Creo que Rajoy se ha ido de viaje a Guatemala porque queda lejos.
Fermín Bocos