A veces las explicaciones suplementarias de la actuación indebida de un gobernante solo sirven para resaltarla aún más. Y eso es lo que le ha pasado al ministro de Defensa, Pedro Morenés, en relación con el documentadísimo caso de acoso sexual y laboral sufrido por la hoy comandante del Ejército Zaida Cantera de Castro. Cada vez que el ministro trata de justificar su lamentable intervención parlamentaria del miércoles pasado, cuando fue interpelado por la diputada Irene Lozano, de UPyD.
Ahora no se le ha ocurrido otra cosa que torturar las matemáticas al declarar que la incidencia de los delitos sexuales en el seno de las Fuerzas Armadas es un 400 por ciento menor que en el conjunto de la sociedad. Lo cual significa, entre otras cosas, dar por sentado que el grado de libertad individual bajo el principio de la disciplina castrense es comparable al reinante en el seno de la sociedad civil. Y eso no es cierto. De modo que de ninguna manera puede medirse la incidencia del fenómeno por el número de denuncias presentadas.
El ministro de Defensa ha reaccionado ante las valientes denuncias de Zaida, como víctima del acoso sexual perpetrado por un superior jerárquico, como suelen reaccionar algunos obispos ante las denuncias de pederastia en el seno de la Iglesia Católica. Y hablo expresamente de obispos por diferenciar su conducta a este respecto de las ejemplares reacciones que ha venido mostrando el Papa Francisco desde que decretó la tolerancia cero ante los clérigos pederastas.
No hubiera estado mal que Morenés hubiera seguido los pasos del Sumo Pontífice en el caso del joven granadino cuando éste se atrevió a comunicárselo directamente, y la suerte de encontrarse a un Papa que le escuchó y puso el remedio que no había puesto el obispo granadino. Zaida sí tuvo el coraje de dirigirse directamente al señor Morenés, pero tuvo la mala suerte de encontrarse a un ministro que no la dejó pasar del protocolario límite de su antedespacho.
Morenés ha dejado en muy mal lugar a la inmensa mayoría de los militares que no comparten las malas prácticas de las que ha sido víctima Zaida
La reprobación del lamentable comportamiento del ministro alcanza también a sus desproporcionadas, irresponsables e injustificadas agresiones verbales contra la diputada de UPyD, Irene Lozano, a la que acusó de «bajeza moral» por intentar «manchar el buen nombre de las Fuerzas Armadas». Pero algunos creemos que lo verdaderamente inmoral es haber querido ocultar o minimizar los acreditados ataques a la dignidad de una mujer como los sufridos por Zaida Cantera de Castro.
Y en cuanto a los desperfectos en la imagen y el buen nombre de las Fuerzas Armadas, algunos también creemos que quien los ha causado con su comportamiento ha sido el ministro de Defensa. Ha dejado en muy mal lugar a la inmensa mayoría de los militares que, por supuesto, no comparten las malas prácticas de las que ha sido víctima la mencionada comandante del Ejército de Tierra.
Antonio Casado