La jefa de la Oficina Nacional de Investigación del Fraude (ONIF) no ha podido aguantar el pulso con el juez Ruz, ha cumplido la orden a la que se negó en primera instancia y ante el ultimátum del magistrado y para no incurrir en un delito de desobediencia ha cuantificado en 220.000 euros el posible fraude del PP por el impuesto de sociedades en 2008. Pero en el escrito insiste en que el PP no tenía por qué pagar ese impuesto, aunque las donaciones fueran en dinero negro, siempre que cumpliera sus fines. Para avalar la tesis, la Agencia Tributaria encargó un argumentario que se filtró a los medios de comunicación, en el que se sostiene que el PP es como Cáritas, que tampoco ha de tributar por las donaciones que recibe siempre que con ese dinero alimente a niños desvalidos.
La comparación es insoportable, incluso para técnicos de la Agencia Tributaria y para algunos dirigentes del PP que han decidido manifestarse. Y es tan extravagante como sería, para sostener la tesis contraria, equiparar a Rajoy con Al Capone, investigado y condenado por defraudar al fisco. Pero sería un error que nos despistáramos con las palabras. Lo realmente obsceno es que la Agencia Tributaria, que persigue a quien escapa de sus obligaciones tributarias, no facilite el trabajo a un juez que busca exactamente lo mismo. Y que cuando lo hace, realice una declaración complementaria que nadie le ha pedido y convierta la respuesta en un acta de defensa del PP, presuponiendo que todo el dinero se usó para los fines previstos, cuando la investigación de Ruz considera acreditado que el origen y las cantidades así como el destino, una caja B del partido, excedían los límites de la ley. Y es él quien investiga, quizás haciendo el trabajo que la Agencia Tributaria no hizo.
Añadamos al despropósito el pequeño detalle de que el argumentario de Cáritas lo realizó un hermano del actual director de la Agencia Tributaria y que para hacerlo tuvo que conocer el documento que la Agencia Tributaria envió al juez antes que el mismo juez, cosa que no parece procedente. Como no lo es que el ministro que insinúa día sí y día también que hay actores, famosos, partidos y medios de comunicación que no cumplen con sus obligaciones tributarias no haya abierto aún la boca para dar explicaciones sobre tanto despropósito.
Isaías Lafuente