miércoles, noviembre 27, 2024
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Resultado inapelable

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El domingo no pasará a la historia personal de Mariano Rajoy como un día feliz: ni el Real Madrid de su corazón logró recuperar el liderato de la liga de fútbol al perder ante el Barcelona, ni el Partido Popular logró revalidar el liderazgo electoral alcanzado hace tres años en Andalucía. Por no lograr, no ha logrado  ni siquiera salvar los muebles.

Las elecciones andaluzas arrojan un resultado inapelable: una victoria incontestable del PSOE y una derrota clamorosa del PP y de Mariano Rajoy, que se ha entregado en cuerpo y alma a intentar sostener a su partido en Andalucía y se ha llevado un varapalo en toda regla y en primera persona, pues él ha sido el verdadero candidato del Partido Popular en estas elecciones.

Sólo tres años después, el Partido Socialista vuelve a ser la primera fuerza política de Andalucía gracias a la confianza incontestable de la ciudadanía, que le ha hecho ser el partido más votado en 8 de las 9 provincias. Cabe recordar que sólo lo fue en tres en los pasados comicios.

El liderazgo de Susana Díaz sale fortalecido: como dije en su día, en una situación difícil, tomó una decisión valiente, arriesgada e inteligente al convocar elecciones para evitar la inestabilidad a que había sometido IU al Gobierno y consolidar un proyecto político capaz de afrontar los desafíos de una comunidad autónoma clave. Los resultados avalan lo acertado de la decisión y abren un panorama alentador al Partido Socialista.

 Las elecciones andaluzas consolidan el descalabro cosechado en las europeas

 

En un contexto complejo como el actual, con dos nuevas fuerzas políticas –Podemos y Ciudadanos– que venían amenazando en las encuestas con disputar la hegemonía a los grandes partidos políticos y que ahora entran por primera vez en el Parlamento andaluz, el PSOE no sólo ha logrado mantener su fuerza en la Cámara autonómica, sino volver a ganar las elecciones y hacerlo con autoridad, como fuerza hegemónica del centro-izquierda y de Andalucía.

Los dos nuevos partidos que entran en el Parlamento lo hacen con un peso nada desdeñable: los 15 escaños de Podemos y los 9 de Ciudadanos hablan de fuerzas que han sabido capitalizar el descontento y la frustración de estos largos años de crisis. Claro que, a tenor de las imágenes que nos deja la noche electoral, sin duda Ciudadanos ha celebrado con más entusiasmo unos resultados más cercanos a sus expectativas que los de Podemos a las suyas. Porque, aun otorgándole un apoyo notable, la ciudadanía andaluza ha colocado a Podemos en un lugar, la oposición, y en un puesto, como tercera fuerza, lejos de sus aspiraciones, de las predicciones demoscópicas y de la centralidad del tablero reivindicada.

Pero quien desde luego sale vapuleado es Mariano Rajoy. El Partido Popular se hunde al dejarse casi 15 puntos y 17 de los escaños logrados hace tres años, 20 puntos comparado con las últimas generales. La duda es si ahora Mariano Rajoy y el PP sabrán leer los resultados que arrojan las elecciones, porque la evolución es la misma que la registrada en las pasadas elecciones europeas: de máximos a mínimos en solo tres años. El PP no bajaba del 30% desde 1990.

Lo grave para el PP es que las elecciones andaluzas consolidan el descalabro cosechado en las pasadas europeas, descalabro que entonces optó por ocultar tras una victoria electoral pírrica sin querer afrontar la realidad, que ahora se refrenda milimétricamente: casi la mitad de los votantes de 2011 han abandonado al PP cuatro años después. Al tiempo que el electorado ha abierto las puertas a otras opciones de centroderecha, el suelo se ha abierto bajo los pies de Mariano Rajoy y del PP, en un fenómeno que, a diferencia de la irrupción de Podemos, no ha hecho más que empezar.

De la primera batalla electoral de 2015, el PSOE sale fortalecido y el PP muy debilitado

En efecto, la media de las encuestas publicadas, incluido el CIS, pronosticaban a Podemos un voto directo en el entorno del 14%, que es lo que ha obtenido (14,84%). Lo digo para quienes están haciendo estimaciones constantemente sobrevalorando a Podemos: lo que tiene, como se ha comprobado, es el voto directo.

Por tanto, de la primera batalla electoral de 2015, el PSOE sale fortalecido y el PP muy debilitado. En un contexto en que ninguna encuesta otorga mucho más del 25% a ninguna fuerza política Susana Díaz ha logrado aglutinar en torno al PSOE el 36%, 10 puntos por encima del PP, más de 20 por encima de Podemos.

Con un PP muy debilitado en Andalucía y, a tenor de las encuestas, igualmente hundido en las dos comunidades, Madrid y Valencia, que constituyen su columna vertebral, la gaviota no parece capaz de remontar el vuelo. Todo apunta a que el PP, por segunda vez en democracia, volverá a pasar de la mayoría absoluta a la oposición.

Constatado que el PP hace aguas, se abre un escenario para el PSOE en que debe esforzarse por situarse en la centralidad y atraer esa corriente y transformarla en un voto de cambio que ponga a fin a una legislatura de políticas que han exacerbado la desigualdad y debilitado los derechos ciudadanos mediante un ataque sin precedentes al mayor logro alcanzado por la sociedad española en nuestro período democrático: el Estado del Bienestar.

Pintan bastos para Mariano Rajoy y el PP. Y esto no ha hecho más que empezar…

José Blanco

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