Falta gallardía. Entre los jefes y jefecillos de los partidos para hablar de un triunfo electoral hay bofetadas, pero la derrota es huérfana. No tiene quien la represente en las alturas. Lo hemos visto una vez más en ocasión del tortazo que se ha pegado el PP en las elecciones andaluzas. Escrutados ya la mayor parte de los votos -y, conocido por lo tanto el resultado-, hasta bien entrada la noche del domingo Juan Moreno Bonilla, el candidato de los populares, no compareció ante los medios. El lunes, pese a estar toda la mañana reunidos en la sede central de Génova, la cúpula ejecutiva del PP (con Mariano Rajoy a la cabeza y presente también María Dolores de Cospedal) «delegó» en Carlos Floriano la amarga tarea de asumir el marrón. Antes había obligado a pasar el mal trago al esforzado Pablo Casado. Pese a su notable implicación en la campaña electoral, el Presidente del Gobierno no ha sentido como propia la derrota. Peor aún: se ha filtrado que en el análisis que hace el partido de los resultados la conclusión a la que han llegado es que no tienen motivo de preocupación porque -según la interpretación de los «expertos»- lo sucedido en Andalucía no es extrapolable al resto de España. Tranquilidad, pues, y a seguir con el mismo discurso político que en la comunidad autónoma más extensa y poblada de todo el país les ha hecho pasar de 50 a 33 escaños perdiendo por el camino más de medio millón de votos. Sabido es que los dioses cuando quieren perder a alguien le vuelven ciego a la realidad… o sordo para no escuchar más que a quienes le dan la razón. De eso, viven, por cierto, algunos sociólogos doblados de asesores demoscópicos. Como Pedro Arriola, el que pronosticó que Podemos sería un fenómeno político efímero y que ahora debe estar echando cuentas para saber de dónde han sacado estos «frikis» -así les calificó en su día- los 590.000 votos que han conseguido en Andalucía. Por no hablar de la cara con la que se habrán quedado los dirigentes populares impulsores del discurso de ninguneo respecto de Ciudadanos y que ahora tienen que reconocer que es la cuarta fuerza parlamentaria de la región con 9 diputados. El PP ha perdido 17. Los jefes no han dado la cara; el reconocimiento de la derrota ha sido tarea de los subalternos. Ya digo, estamos ante una falta de gallardía. Los ciudadanos toman buena nota de estas cosas.
Fermín Bocos