Una vez más, Montoro y Cáritas. Sinceramente, me pregunto qué le pasa al ministro de Hacienda, qué problema tiene, qué complejo arrastra, qué frustración padece que justifique esa obsesión por lo que hace o deja de hacer Cáritas.
Reconozco, en honor a la verdad, que esta vez la alusión a Cáritas no la ha hecho directamente Montoro, sino la Agencia Tributaria, bajo su ordeno y mando, que ha tenido el cuajo de comparar las donaciones ilegales que han alimentado la caja B del Partido Popular con las donaciones realizadas a una entidad como Cáritas para tratar de exculpar al partido del Gobierno de la comisión de un delito fiscal por las donaciones ilegales que recibió durante 18 años y con las que financió desde sobresueldos a campañas electorales –el “dopaje”, como le llamaba Alfredo Pérez Rubalcaba– u obras en distintas sedes, empezando por la sede nacional en la calle Génova, tal y como ha acreditado el juez Pablo Ruz. Comparar unas donaciones y otras es, sencillamente, impresentable.
Pero es que Montoro es ese caballero que ha dejado dichas cosas como que “los salarios no están bajando en España, están creciendo moderadamente”; que “el IVA cultural no ha subido, es un mantra que se ha instalado”; que “no hay ninguna amnistía fiscal” y que España no ha “pedido el rescate”. Montoro y la realidad, ya ven, como el agua y el aceite.
Visto el historial, desde luego se me hace difícil no ver su larga mano.
En primer lugar, porque España nunca había vivido lo que está viviendo en esta legislatura con la utilización partidista de la Agencia Tributaria y de los datos que posee. Datos que han servido a Montoro para blandir amenazas contra todo hijo de vecino, desde rivales políticos hasta medios de comunicación o creadores culturales, convirtiendo a la Agencia y la información sensible que maneja en coto privado y arsenal partidista.
En segundo lugar, cosas del azar, porque estos días se cumple un año del exabrupto –“Esto de que la pobreza en España se erradica con un poco más de presupuesto público está bien para las sociedades centralizadas” – lanzado por el mismo ministro contra Cáritas por describir una realidad que no encajaba con las soflamas de Montoro, el ministro que ha recortado un 10% los fondos destinados a sanidad, un 20% los de educación, 27% los de servicios sociales o un 35% los de fomento del empleo.
Una realidad, esa sí, con mucha piel, que diría su correligionario Floriano. La piel de los millones de españoles víctimas de los recortes salariales, del incremento del paro, de las subidas de impuestos. La piel de los millones de españoles víctimas de los recortes a la educación, la sanidad, la dependencia. La piel de los millones de españoles en situación de pobreza o exclusión social, especialmente lacerante en el caso de los niños.
Un año después esa realidad sigue viviéndose a pie de calle. Pero la Agencia Tributaria de Montoro compara al PP con Cáritas. Como si los beneficios sociales a que destinan el dinero los segundos pudieran remotamente compararse con los usos, por decirlo suavemente, privados de los primeros. Un insulto a la dignidad de Cáritas y a la inteligencia de los ciudadanos.
Luego se extrañarán de que les den la espalda…
P.D.: A este país le costó cuarenta años recuperar sus libertades, entre ellas y singularmente, la libertad de expresión, sin la cual ninguna de las otras tiene pleno sentido. Lamentablemente, el próximo mes de julio entrará en vigor la vergonzante Ley Mordaza aprobada la semana pasada, con la que el Gobierno trata de coartar la crítica y aplacar la protesta ciudadana. Corren tiempos de graves amenazas a la libertad de expresión, de pulsiones autoritarias, tanto de partidos en el poder, como de partidos que aspiran a asaltarlo. Tengámoslo muy presente.
José Blanco