El ministro De Guindos confirmaba hace unos días que la economía española creció en el primer trimestre del año un 0,8 por ciento. Un dato que ya había adelantado la semana anterior el Banco de España. Además, el titular de Economía se mostraba convencido de que al cierre del año el PIB podría auparse hasta un 3 por ciento y de que los datos de paro registrado de los próximos meses y la EPA de enero a marzo iban a ser muy buenos. De momento, ayer conocíamos los datos de paro de marzo y las afiliaciones a la Seguridad Social. El desempleo se redujo el mes pasado en 60.214 personas, el mayor descenso en un mes de marzo desde 2002. Las afiliaciones sumaron casi 161.000. Algunos sacan punta a estos datos, pero constatan que la tendencia sigue siendo positiva. Claro que no todos son contratos fijos, ni por grandes cantidades de dinero, pero son empleos.
Además, las últimas semanas nos están dejando otros datos positivos como el turismo nacional durante la Semana Santa, la venta de coches en el trimestre, el repunte del consumo, la actividad manufacturera y en la construcción. Esto último no parece gustar a muchos. La crítica es que estamos imitando otra vez el modelo productivo que nos llevó a la crisis. Otros expertos del sector no lo ven así. Se están terminando obras que quedaron incompletas y ha crecido la inversión en obra pública. Hay que tener en cuenta para este mejor pronóstico de la economía española el indicador de confianza que publicaba la Comisión Europea y que en el caso de España se dispara a máximos de 14 años. Claro que una parte importante de los ciudadanos aún no siente la recuperación, pero hay muchos datos que ya empiezan a decir que muchas personas sí lo notan y que ayudas externas como el precio del petróleo, la caída del euro o del Euribor o la bajada del IRPF van a dejar más dinero en los bolsillos de los ciudadanos para consumir, desendeudarse o ahorrar.
Carmen Tomás