Hartas las mujeres de querer parecernos a un tipo de modelo super delgada, esquelética casi, irreal, son muchas las féminas que empiezan a levantar su voz con el fin de que los diseñadores, las marcas de prestigio, se fijen también en aquellas que tienen curvas, que tenemos curvas. Un fenómeno que va en aumento, y al que se han sumado actrices tan conocidas como Patricia Arquette, y otras que sin serlo están hasta las narices de dejarse la vida en un intento absurdo y desesperado por querer parecerse a Elle Macpherson, o Nieves Álvarez.
De ahí el éxito que está teniendo la campaña «No soy Ángel», de la firma norteamericana de lencería Cacique, cuyas modelos superan con creces la talla 36 o 38 sin que eso desmerezca su atractivo y su belleza. Una marca que ha tomado la decisión de apostar sin complejos por competir con Victoria'Secret, que estoy segura que hace soñar a millones de féminas pero que también supone un dolor de cabeza para otras muchas que no consiguen tener un cuerpo 10, por las razones que sea. Bien por genética, bien porque su cuerpo no ha sido esculpido por ningún cirujano y sí por la naturaleza.
¿Quién no ha sido testigo de una escena parecida a la que protagonizó hace unos días una amiga, quién al entrar en una tienda de la calle Serrano de Madrid, para comprarse unos pantalones pitillos pidió unos de la 42 y le sacaron de la 44, porque según le dijo la dependienta era esa la que mejor se ajustaba a su anatomía? Yo desde luego sí, e imagino que mucha otra gente también. Y todo porque las tallas dependen no tanto de tu cuerpo como sería lo lógico, sino de quién diseñe o realice la prenda. No es igual una talla italiana, que una francesa o una española, por más que nos digan que se han unificado. Y no es igual que la compres en una tienda para gente joven que para gente madura si por madurez entendemos que lo son todas aquellas que han pasado la barrera de los 40 0 45 años.
Las tallas dependen no tanto de tu cuerpo, sino de quién diseñe la prenda
Quiero creer que este desfase, esta obsesión por la mujer sin curvas no es culpa solo de los diseñadores, entre otras razones porque la ropa que sacan en la pasarela nada tiene que ver con lo que después venden en sus talleres, y si con un gran negocio que afecta no solo a las marcas, también a esos médicos que editan libros que se venden a millones solo porque prometen resultados inmediatos, y que se ha demostrado desastrosos para la salud de quién sigue sus consejos; o empresas farmacéuticas que venden productos que no van bien a todo el mundo, o telepredicadores sin escrúpulos que venden y promocionan medicamentos, o tratamientos estéticos, que no han sido testados por ninguna autoridad sanitaria, con lo grave que eso puede resultar para la salud de quién busca la perfección al precio que sea y sin tener en cuenta el riesgo que supone atiborrarse de pastillas o dejar de comer alimentos que son necesarios para la buena marcha de nuestra salud.
Me consta que no todas las mujeres están descontentas con su físico, es más, las hay que aun teniendo unos kilitos de más, se sienten satisfechas, con la autoestima en algo, porque gozan de buena salud, y porque hace tiempo que dejaron de preocuparse por conseguir una perfección que como todo lo que es moda es perecedera en el tiempo. De manera que mi apoyo a quiénes huyen de las dietas milagro que atentan contra la salud, y apuestan por mantenerse en forma a base de comer bien y sano, y de hacer ejercicio físico.
Rosa Villacastín