miércoles, noviembre 27, 2024
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La naturaleza y la indiferencia de los políticos

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Los políticos y candidatos deberían saber identificar árboles. Yo estoy convencido que muchos de ellos –sobre todo los madrileños- creen que hay olivos de aceitunas negras y otros de aceitunas verdes. Pero como los árboles no votan, les da igual. Para adular a los votantes no hace falta hablar de Naturaleza, que interesa a muy pocos.

Seguimos llamando mal tiempo a la lluvia. En Andalucía y en dos tercios de España tenemos sequía, pero da igual. Lo importante son las playas, el ocio y las terrazas. Un diario de Madrid publica una lista de las mejores terrazas de España, como las que el Ayuntamiento de Madrid permite, alquilando nuestro dominio público, privatizándolo de hecho. Nos vamos acercando a las elecciones municipales y nadie habla de Naturaleza, de conservación del agua, de plantar árboles, de no contaminar. En la televisión hasta anuncian el perverso Roundup, el “rondón” de los agricultores, un herbicida devastador que envenena todo, algo mortífero que debería estar prohibido y no en los anaqueles de los hogares.

Da igual que en California tengan la peor sequía de siglos, que Australia sufra, que haya catástrofes ecológicas, muchas inducidas por el hombre, por la deforestación y las construcciones –en general, feas- en lugares errados (como en el Ebro). Nuestros políticos son impermeables -nunca mejor dicho- a este problema. Algunos es que encima ni se lo creen. Por eso no es casual que la ministra de Medio Ambiente haya sido alto cargo de Fertiberia, la empresa de los productos químicos. Es más, el cambio climático, como ya dijo un fatídico día Rajoy, NO es un problema sino un invento de los ecologistas.

En estas mismas páginas digitales ya lo denunciamos hace un año cuando las elecciones europeas. Nos repetimos, pero es que esto no se mueve. La Naturaleza les es ajena. Todavía no hemos leído una sola frase, de nadie del mundo de la política, sobre el problema del cambio climático, que en España es palpable, ya que además somos el país más desertizado de Europa. La Naturaleza parece que surge y se conserva por ensalmo porque tenemos una visión religiosa y fatalista. No podemos ni siquiera decir que la Naturaleza les importe un pimiento porque éste es una hortaliza.

Pero la propaganda sí les interesa, como es declarar Zonas de la Biosfera a golpe de paneles, logotipos y fotografías de gerifaltes en la prensa local y autonómica. Y de paso reciben algunos fondos estructurales de la Unión Europea, que por cierto no suelen repercutir en la mejora de los paisajes sino en más obras, construcciones y demás artilugios.

Y, sin embargo, están equivocados los políticos con su indiferencia. Fueron los grandes estadistas los que ordenaron las repoblaciones forestales más ambiciosas que han dejado bosques a la posteridad, como el millón de hectáreas de pinares de Las Landas, en Francia, mandados plantar desde el siglo XVIII por el rey Luis XV, hasta el XIX, por Napoleón III, los pinares de Marinha Grande y Leiria, en Portugal, desde el siglo XIII, ordenada por el rey Dom Dinis y continuada hasta el XVIII por orden del Marqués de Pombal, las plantaciones ordenadas por Carlos III, o los espectaculares tres mil millones de árboles plantados en Estados Unidos con el programa de Roosevelt, el Civilian Conservation Corps.

Ser ecologista, plantar árboles, es tener proyectos de futuro, no de mero electoralismo, pues un árbol no se hace grande en una legislatura. Ahí se distingue también entre un mero político y un hombre/mujer de Estado.

(continuará…)

Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye

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