El de Rodrigo Rato es un espectáculo increíble e inabarcable. Todo lo sucedido y sobre todo lo últimamente descubierto sobrepasa con mucho los niveles de lo comprensible. No se explica que durante tantos años y con esa intensidad el exvicepresidente haya sido capaz de engañar a todo el mundo y pasar por una persona, conservadora y de derechas, sí, pero con una pátina de eficiencia y, en tiempos, de honorabilidad que ahora abofetea cruelmente las conciencias de toda la gente honrada o simplemente normal. Y qué vano y estúpido el juego del PP y sus gerifaltes en ese teatro de intentar que nos creamos que sus pecados horrendos son suyos y personalísimos y no del colectivo político de toda su vida. Les ha faltado poco para exclamar, como otras veces, ¡pero si esa persona ya no pertenece al Partido Popular! En un tiempo lo conocí y lo traté y yo también pensaba que era un político valioso y una figura llamada a llegar a lo más alto. Debe de ser que también era un hombre capaz de engañar a todo el mundo. En el fondo, y al margen de ideologías y pensamientos, los humanos conservamos esa bondad que tantas veces nos hace estrellarnos contra lo muros.
Pero se le den las vueltas que se le den, lo de Rato es el hecho más grave y vergonzoso de la reciente historia, porque habiendo llegado a lo más alto, ha caído al más profundo abismo y nos ha hecho, más que nadie, avergonzarnos a todos de haberlo conocido y a muchos de haber confiado en él alguna vez. Y es evidente que para el PP es el más duro y demoledor de todos los golpes sufridos en el terreno de la ética y al margen de acontecimientos de otra índole, como por ejemplo, la guerra de Irak propiciada por Aznar, entre otros. En el seno del partido de Rajoy se ha instalado el pánico y el propio presidente se ha visto obligado a decir cosas que jamás decía. Ahora todos los dirigentes populares aparecen como esperpentos o caricaturas de sí mismos, aunque siguen en su actitud de ocultamiento, como son esas negativas inauditas a las comparecencias de verdad o a las comisiones de investigación. Como esperando a sucesos aun peores que las justifiquen. Se supone que van a tener muy difícil que algún partido les eche una mano pactista si fuese factible para gobernar en alguna parte. De aquí también la crecida de la efervescencia política en este país. Lo peor es que solo falta un mes para el 24 de mayo.
Pedro Calvo Hernando