sábado, noviembre 30, 2024
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Los toros y el PP

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Si para decirle tres cosas a la clase política no se puede acercar uno a 20 leguas del Congreso, donde ésta habita, y para manifestar rechazo a la tortura de los animales como forma de diversión no puede hacerlo uno en su espacio natural, en las inmediaciones de donde se producen esas prácticas salvajes, ¿puede saberse qué puede hacer uno para no incomodar al Gobierno del PP? En tanto el ministro Fernández Díaz se piensa la respuesta, que, conociéndole, bien podría ser la de «ver, oír y callar», se hace preciso recordar que la criminalización gubernativa de la protesta declara incompatibles la libertad y el orden, y que eso es una aberración.

Para el tipo de derecha arcaica, la libertad no es un bien universal, común, sino un privilegio sectario

Al Gobierno de Rajoy le fascina prohibir, y, cual es común en los que prohíben, siempre en nombre de la libertad. Claro que para el tipo de derecha arcaica, por no decir otra cosa, que representa, la libertad no es un bien universal, común, sino un privilegio sectario: así, por ejemplo, es muy sensible a la libertad de los que pagan cuatro o cinco mil duros para ver cómo se le clavan puyas, banderillas, rejones y espadas a un bóvido hasta matarle, pero nada, nada sensible, a la libertad de los que se horrorizan ante semejantes sevicias y desean para las generaciones futuras un país civilizado donde no se hagan esas cosas a los animales por placer. No hace falta ser un lince para ver que al mundo PP le gustan las corridas, y que, sobre promocionarlas con recursos públicos, quiere rendirles también el servicio de poner de su parte a la policía.

Ahora bien; en su fervor liberticida no repara en que libertad y orden son la misma cosa, y si repara, le da lo mismo. Las voces que desde sus adentros se elevan pidiendo que al primer insulto o al primer silbido en la final de Copa que han de jugar el Barça y el Athletic, se suspenda el partido y se desaloje el estadio, son la expresión última de ese miedo o de esa fobia a la libertad, así como de la tendencia anexa a la subversión del orden. ¿Cuánto le queda en el gobierno, por cierto, al PP?

Rafael Torres

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