domingo, noviembre 24, 2024
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Correos R.I.P.

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Durante algo más de un mes el buzón de mi casa se encontraba vacío cada vez que abría el cajetín. Ni las habituales noticias del ayuntamiento, referentes a alguna multa (los ayuntamientos sólo se acuerdan del ciudadano cuando tienen que cobrar o cuando tienes que votar), ni las consabidas notificaciones bancarias, ni siquiera la nota de El Corte Inglés recordándote lo que le has atizado a la tarjeta. Más de un mes. Y hay muchas, muchas empresas y muchas personas, que dependen de Correos para pagar y cobrar facturas, con lo que el perjuicio derivado es evidente.

Correos es hoy un disparate de ineficacia

Ayer, el buzón estaba abarrotado, y llamé al servicio de Correos, donde una amable señorita me corroboró que ha habido una huelga, más o menos encubierta, a la que hay que achacar que durante ¡más de un mes! nos hayamos quedado sin servicio de Correos, un departamento que antaño dependía del Ministerio de Interior por su valoración estratégica, y hoy es una empresa estatal dependiente de SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales). Entre los principios de la SEPI, se dice expresamente que deberá «Orientar las actuaciones atendiendo al interés público». Bueno, pues los señores que mandan en la SEPI tienen tal sentido del interés público que creen que los clientes del servicio de Correos no son dignos de la más mínima explicación, y que deben cargar con los perjuicios derivados de su evidente desprecio a los ciudadanos que, con sus impuestos, mantienen los sueldos de los vejadores dirigentes de la SEPI. Correos era una de las pocas cosas que funcionaba bastante bien. Hoy es un disparate de ineficacia, de reconversión desordenada y, sobre todo, de desprecio a los clientes. Los mandarines de la SEPI  piensan que los súbditos deben acercarse a las ventanillas con humildad para ver si nos hacen el favor de enviar una carta o un paquete. Hemos sobrevivido a una huelga salvaje y sin ninguna explicación, así que cierren Correos. Y pongan en la calle a estos mandarines que piensan que «atender al interés público» consiste en cobrar ellos, y a unos sindicalistas que abusan de su poder. Requiescant in pacem. Adiós.

Luis del Val

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