«Cualquiera que conserve la capacidad de ver la belleza, jamás envejece». Así pensaba Franz Kafka, el gran escritor checo, y no le faltaba razón. Una exigencia ineludible para mantener el espíritu joven es no dejar nunca de admirar la belleza de la vida y encontrar siempre un motivo inspirador.
Conservar la juventud es algo que va más allá del botox y de soluciones cosméticas. Está por encima de cirugías reconstructivas y de esa epidemia de cremas antioxidantes que pululan en los mercados. No niego que ayuden estéticamente ni critico su aplicación, pero vivo convencido de que la verdadera juventud, sin importar los años, se curte en el espíritu y se pone a prueba con nuestra actitud diaria ante la vida.
Hoy cito algunas fórmulas que permiten mantener el espíritu joven, porque, según una hermosa canción cubana, «joven ha de ser, quien lo quiera ser, por su propia voluntad».
-Reír mucho cada vez que podamos, sin complejos, sin sonrojarnos. Verle el lado gracioso a la vida es de joven.
-Ir siempre por más, sin pensar en la edad. Experimentar nuevas experiencias, ser optimistas, nunca temer al fracaso y vivir convencidos de que podemos superar cualquier contratiempo.
-Como dice Kafka, disfrutar lo bello, admirar la naturaleza. Salir al aire libre, detenernos cada vez que podamos para admirar un paisaje hermoso, una inmensa obra de la creación humana, un niño feliz o un anciano que ríe.
-Existir convencidos de lo imprescindible del cambio para bien en la vida y hacerlo realidad.
-Aprender todo lo nuevo, estar al tanto de cada novedad, utilizar y aprovechar los adelantos tecnológicos surgidos de la inteligencia humana. Nunca quedarnos atrás.
–Que el pasado no forme parte activa de la vida, solo mirar a él para tomar experiencia. Aprovechar el presente con la mirada enfocada en el futuro.
-Como sucede con los niños, siempre tener deseos de hacer nuevos amigos, ser espontáneos y amar con intensidad.
-Realizar ejercicios físicos, liberar el estrés, comer sano.
Con el paso de los años, los seres humanos perdemos capacidades físicas, pero las espirituales podemos mantenerlas con la misma lozanía de los años mozos. Para concluir, acudo a esa mujer genial que fue la Madre Teresa de Calcuta: «Cuando por los años no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina. Cuando no puedas caminar, usa el bastón. ¡Pero nunca te detengas!».
Ismael Cala