Han sido mutantes, ideológicamente cambiantes a medida que pasa el tiempo y se topan con la cruda realidad de que: una cosa es predicar y otra, muy diferente, dar trigo. Juan Carlos Monedero el ideólogo de Podemos, su gran estratega, el hombre que tenia en su cabeza como llevar a cabo un proyecto basado en el marxismo y el leninismo dando a las viejas ideas un barniz de modernidad, se ha ido renegando de los suyos. Según dice se va porque ellos, los suyos, han perdido los principios y la frescura de su origen, y cada día se parecen mas a los partidos que quieren sustituir, en definitiva, a la casta.
Eso sí, Monedero no tuvo en su adiós ni una sola palabra para el motivo de su caída en desgracia, ese descubrimiento de que había cobrado 425.000 € del régimen chavista de Venezuela y de otros países bolivarianos por unos trabajos nada claros y sobre los que todavía no se dado ninguna explicación. Por eso tuvo que hacer una declaración complementaria Hacienda para pagar los impuestos y por eso ,por parecerse tanto a lo que el llama Casta, es por lo que su amigo » Pablito» -como el le denomina no se si para minimizar su figura- le tuvo que esconder ante la opinión publica. Dicen que desde que saltara este escándalo ha tenido que convivir con la amargura de ver en entredicho su integridad ,mientras paralelamente tenia que redactar el programa de Podemos para las elecciones y eso ha sido demasiado ¡tal vez!
Lo que está claro es que los suyos le han abandonado por que no es tolerable aparentar ser el adalid contra la corrupción y tener una situación personal bajo sospecha. Si a eso se une que otros como Iñigo Errejón y Carolina Bescansa, partidarios de girar hacia posiciones mas moderadas socialdemócratas para captar los votantes del PSOE, han conseguido imponer sus tesis, la ecuación es sencilla. Se va por despecho, porque le han quitado el poder y porque no soporta que sus «discípulos» ahora pretendan matar al padre o ponerle a sus órdenes… «Podemos tiene que dejar de mirarse en el espejo es que no son los suyos. Tenemos que quitarnos las telarañas de las urgencias de la partitocracia» dijo en su envenenada despedida donde no ahorro reproches de todo tipo.
Podemos ha pretendido hacer un ejercicio de travestismo político, pasando de querer ser el Chávez de Europa a convertirse en el Olof Palme de la modernidad
En otro momento renunció la irrelevancia en la que han caído las bases «Podemos deja de tener tiempo para reunirse con un pequeño circulo, porque es mas importante un minuto de televisión» señalo sin pelos en la lengua criticado lo que el ha hecho y potenciado, aunque es cierto que en las televisiones el ya no cosecha audiencia sino criticas, y lo sabe perfectamente. Monedero en su adiós hizo un autentico tratado de la condición humana, esa que se mira principalmente al ombligo que quiere monólogos y no diálogos sobre todo cuando se trata de uno mismo.
Ha sido él principalmente quien se encargo de hacer un experimento político donde lo principal era aparecer en televisión y también él quien pensaba que si la audiencia les acompañaba lo tendrían todo hecho, pero claro, un minuto televisivo pasa rápido, se evapora y solo cuando en ese minuto lo que se detecta son profundas contradicciones entre lo que se dice y lo que hace, se retiene en la memoria colectiva.
Es cierto, como sea ha dicho estos días, que Podemos ha pretendido hacer un importante ejercicio de travestismo político, pasando en pocos meses de querer ser el Hugo Chávez de la Europa vieja, corrupta y caduca, a convertirse en el glorioso Olof Palme de la modernidad, pero eso no es posible hacerlo con el cronometro electoral en las manos , deprisa y corriendo. Pablo Iglesias, por mucho que hable de Monedero con el dolor del amigo que se va, es consciente de su poder y el hasta ahora numero tres era simplemente un molesto obstáculo en su camino por lo que, según me dicen quienes le conocen bien, ley considera un daño casi colateral en su objetivo de conseguir el poder .Lo malo de los resentidos no es solo que se vayan matando sino que hacen de la venganza una forma de vida y ese capitulo, tal vez, está escribiéndose ya.
Esther Esteban