Poco ha durado el directorio fundador de Podemos. Ese pequeño politburó se ha menguado por la espantada de Monedero. Después de unas primeras declaraciones muy duras de Juan Carlos Monedero, denunciando la traición a las esencias, salió Pablo Iglesias para convecernos que lo que le ocurre al profesor Monedero deriva de su condición intelectual. Necesita volar, en opinión del jefe Iglesias, y eso es lo que ha hecho. Y puede que en el despegue haya espantado a muchos expectantes seguidores de Podemos. Si Monedero ha dicho que se han traicionado los principios, la cosa no se queda en una anécdota
Afortunadamente, ahora existe el photoshop. En la época de purgas soviéticas había que borrar a los dirigentes que cesaban o eran cesados. Enfermo Lenin, la alianza de Gregori Zinoviev, Lev Kámanev y Stalin dinamitaron la prevista sucesión en la persona de Tronsky.
Su imagen junto a Lenin, en una fotografía histórica frente al Bolshoi de Moscú, fue la primera que desapareció para borrar las diferencias de Trotsky con Stalin. Luego el comunismo ha borrado tantas fotos como le ha hecho falta para ocultar todas sus crisis.
Con Monedero, llegado el caso, no hará falta goma de borrar. Imaginarme ahora un Podemos sin Monedero me resulta tan difícil como si Alfonso Guerra se hubiera descabalgado antes de la foto del Palace junto a Felipe. No es un tema menor y todavía no conocemos el impacto demoscópico de la salida de Monedero.
La encuesta que publicó el domingo La Vanguardia sobre expectativas de voto en Cataluña contiene sorpresas. No solo la pérdida de mayoría absoluta de el soberanismo sino el pinchazo del globo de Podemos. Y los fenómenos de eclosión rápida se suelen deshinchar con las misma rapidez que se formaron.
Los datos van demostrando que las encuestas que se han manejado en los últimos meses estaban borrachas de expectativas no consolidadas. Bueno, algunas cosas son tozudas, como las dificultades crecientes del PP. Al punto de que Mariano Rajoy, al que no le gustan los sobresaltos, tuvo que salir al paso de los nervios de los barones y sentenciar que él, en modo alguno se va. Lleva desde el 2003 manejando el PP como un césar. Pero ahora ya los movimientos debajo de la mesa le impiden conciliar el sueño.
No faltaba nada más que una crisis entre los cuatro fundadores de Podemos para complicar los pronósticos. El único que se consolida es Albert Rivera que amaga con dar el sorpasso al PP en algunas circunscripciones, empezando por Cataluña, donde el partido del Gobierno y el PSC amenazan con convertirse en una anécdota.
Estamos en tiempos líquidos, de incertidumbre. La única certeza de la que disponíamos en los últimos meses era la consolidación de Podemos. Y el partido recién formado ya ha perdido a uno de sus fundadores. Una crisis mucho más rápida que las de la Revolución de Octubre.
Carlos Carnicero