El mercado de deuda y el de acciones parecen haber vuelto a la calma al final de la semana. La pregunta es si será momentáneo. Cierto que hay muchas causas que podrían resolver esa cuestión. Por ejemplo, la victoria por mayoría absoluta y contra todo pronóstico de David Cameron en Reino Unido, a pesar de esa promesa de convocar un referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea. También los buenos datos de empleo de abril en Estados Unidos o las palabras de Draghi asegurando que no hay razones para cambiar su plan de compra de deuda. Lo cierto es que ha sido una semana de extrema volatilidad. Las bolsas han sido una montaña rusa, aunque al cierre de la semana el IBEX ha ganado un 0,34 por ciento. En el mercado de deuda, el bono español a 10 años que tocó el 2 por ciento ha logrado volver a registros más cercanos al 1,7 por ciento.
En todo caso, y a pesar de esas mejores noticias, hay otras muchas que tienen muy nerviosos a los inversores. El petróleo ha llegado a los 70 dólares, Grecia, cuyo ministros de Finanzas Varoufakis se reunía el viernes con Luis de Guindos, sigue con sus órdagos al tiempo que quiere un acuerdo con la Unión Europea y sobre todo dinero para hacer frente a sus pagos pendientes cada vez más agobiantes en el tiempo. Además, el panorama electoral que en España diseñan las encuestas no es precisamente tranquilizador. La fragmentación del voto podría provocar cambios en la política económica y retrasar la recuperación ahora que los expertos apuestan por crecimientos del 3 por ciento o mayores y creación de empleo importante a final de este año.
Es difícil realizar un pronóstico con un mínimo de garantías de acierto. Este lunes se reúne el Eurogrupo con Grecia en el centro de las discusiones. Veremos si al menos esa nube se despeja, aunque las esperanzas de que suceda son realmente escasas. Guardar la calma parece de nuevo el mejor mensaje para tiempos raros.
Carmen Tomás