domingo, noviembre 24, 2024
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El Reino Unido empezó a perder su último Imperio después de la Segunda Guerra Mundial. Tras la Declaración de Independencia de los EEUU, en 1776, se rehízo muy bien al sustituir las antiguas colonias americanas por la India cuya sangre succionó, como cualquier potencia colonial, con inteligencia, lo que nunca les falta a estos isleños.

Fueron asimismo determinantes sus dos grandes victorias sobre Napoleón. La naval de Trafalgar que también, y nuevamente, barrió la Armada española y la definitiva de Waterloo. Luego se repartiría África y el Oriente Medio con una Francia que, derrotada, supo, sin embargo, hacer suya, después de Napoleón, la máxima tan inteligentemente británica del «if you can't beat them, join them». Si no puedes con tu adversario, únete a él. Lo que no han sabido hacer los rusos tras el hundimiento de la Unión Soviética. Torpes y peligrosos.

Antes de pasar los trastos imperiales a los EEUU, tras las derrotas de la Alemania nazi, de la Italia fascista y del Japón expansionista, el Reino Unido consiguió capitanear a todo el mundo anglosajón y convencer a Washington de entrar en guerra contra Alemania tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial. Luego los británicos se ajustaron al papel del sargento principal de los norteamericanos mientras conseguían que Londres se convirtiera en uno de los principales centros financieros del mundo, otro imperialismo (¿o esto solo fue obra de los ingleses, cemento de su diversidad insular?), al tiempo que mantenían en jaque a la Unión Europea con la astuta táctica del ni tuya ni mía mediante una extraordinaria transformación en Caballo de Troya. Y mantuvieron unas universidades que son caladeros de premios Nobel. Soberbio todo. Matrícula de Honor. “Chapeau”.

Cameron pretenderá ahora chantajear a la UE para no salirse de la misma

Ahora, el Reino Unido se enfrenta a otro momento decisivo. Económica y políticamente puede tener que abandonar su «ni chicha ni limoná» y decidirse a ser o no ser plenamente europeo, decisión dolorosa porque hasta ahora para los ingleses el “Continente” es un apéndice de su insularidad y no al revés. “¿Tiene usted su seguro en regla antes de trasladarse a Europa?” rezan carteles dirigidos a los conductores en el lado inglés del Canal de la Mancha.   

La irresistible decadencia británica es una lección también para los demás europeos. La única salida para todos nosotros es la Unión Europea, pero una UE más centralizada gubernamentalmente, con un Parlamento Europeo determinante, una Unión también financiera y fiscal además de económica y comercial, sin olvidar la Defensa. Una UE abierta a Rusia si esta respeta las reglas que ella misma ha firmado y olvida pero, en todo caso, una UE atlántica porque el vínculo con los EEUU y con toda Latinoamérica, es esencial y está en nuestras sangres e Historia. Una UE que debe cooperar más con África, árabe y subsahariana. Una Europa que sea un factor importante en Oriente Medio y Asia.

A esa Europa, a esa Unión, debiéramos todos de pertenecer aunque sea una decisión difícil la de limitarse a ser en el futuro meramente una parte provincial o regional europea. Para ello debe llegar el final de todos los vanos nacionalismos.

Tras unos sondeos que daban un voto más repartido, la victoria conservadora en el RU debería inducir a muchas prudencias. El fracaso de estos sondeos revela un voto oculto descartado. Un estado de ánimo crítico con quien manda pero no dispuesto a sustituirlo. Algo bien habrán hecho. El sistema electoral y los errores de los demás partidos completaron el panorama. Los Lib-Dems perdieron su centro-izquierda al aliarse hace cinco años con los conservadores cediendo demasiado. Los laboristas, al mando de Ed Milliband, tras asesinar trapera y políticamente a su hermano David, se alejaron demasiado del centro. Con un sistema proporcional los equilibrios habrían sido mayores dando más representación a los propios Lib-Dems y a los xenófobos nacionalistas de UKIP que, en cambio, se harán muy presentes en el referéndum prometido por Cameron para decidir si el Reino Unido permanece o no en la Unión Europea. La contrapartida para todos ha sido la barrida nacionalista escocesa en los escaños al norte del Muro de Adriano. Evidentes las dimisiones de los responsables que erraron. ¡Qué lección! Quien hace algo mal, lo paga. ¿Dónde habremos oído eso?

Ahora, Cameron pretenderá chantajear a la UE para no salirse de la misma. Pero si la UE acabase perdiendo al RU, éste perderá a Escocia que quiere ser europea. Irlandeses del norte y galeses querrán, entonces, pensárselo. Parte de los primeros agitarán un referéndum para unirse a Irlanda, miembro de la UE. Todo muy confuso, aunque de la confusión pueda brotar la luz. El único faro potente en la lontananza es el de una Unión Europea Federal. Puede que tanto España como el Reino Unido deban aplicar también internamente ese esquema federal si quieren sobrevivir enteros y con fuerza en el seno de esa Unión.

 

Carlos Miranda

Embajador de España

 

 

Carlos Miranda

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