Sabido es que en las noches electorales, si uno se deja guiar por lo que dicen los portavoces y dirigentes de los partidos cuando se van conociendo los resultados, resulta que todos han ganado y ninguno ha perdido. Y el domingo que viene esa volverá a ser la tónica general de las valoraciones, acrecentada por el hecho objetivo de la magnitud del proceso electoral que se llevará a cabo: elecciones en 8.000 Ayuntamientos, en trece Comunidades Autónomas y en las ciudades de Ceuta y Melilla. Hay muchas maneras de medir un resultado electoral. La más sencilla es comparar ese resultado con el obtenido en las últimas elecciones del mismo tipo y proceder a sumar y restar. No parece tan complicado.
El discurso del PP en la noche del próximo domingo se basará, si es que lo consigue, en que ha sido el partido más votado a nivel nacional. De esa forma intentará minimizar la pérdida de votos y de escaños que todas las encuestas pronostican para los populares en las trece Comunidades Autónomas donde hay elecciones y en la mayoría de los Ayuntamientos, con la consiguiente pérdida también de las mayorías absolutas que ha tenido en estos cuatro años, por ejemplo, en sitios tan importantes y significativos como la Comunidad de Madrid, de Valencia, Castilla la Mancha o Murcia pongo por caso. Si el PP quiere conservar el poder que tiene actualmente en muchos sitios, deberá pactar con alguna otra fuerza política. Muchos dan por sentado que esa fuerza será Ciudadanos, pero a seis meses vista de unas elecciones generales, no está nada claro que el partido de Rivera esté por la labor de significarse como la «muletilla» del PP.
En cuanto al PSOE, su valoración en la noche electoral estará presidida por claro-oscuros. Las encuestas pronostican una cierta recuperación del voto socialista, aunque está por ver si eso es así en todos los sitios. Por ejemplo, en Valencia y en Madrid, las expectativas no son buenas. Los socialistas no pueden conformarse sólo con quedar por encima de Podemos y seguir siendo el principal referente de la izquierda. Necesitan recuperar cotas de poder lo que conllevaría poder gobernar en autonomías como Extremadura o Castilla- La Mancha, arrebatadas por el PP hace cuatro años.
Para los dos partidos emergentes, Ciudadanos y Podemos, todo será más sencillo. Como parten de cero, cualquier resultado electoral que obtengan, dentro de unos baremos razonables, será muy bien recibido por sus dirigentes. En cuanto a Izquierda Unida, es de prever una noche electoral complicada cuando se confirme que Podemos les ha comido casi toda la tostada. Y en cuanto a UPyD, el partido de Rosa Díez, el próximo domingo puede ser el día en que se firme oficialmente su acta de defunción después de una corta pero intensa vida de siete años intentando hacerse un hueco en el mapa político.
Cayetano González