El ministro José Manuel García-Margallo suele hablar con propiedad. Quiero decir que a diferencia de otros colegas de Gabinete -el Presidente Mariano Rajoy, sin ir más lejos-, no es aficionado a las anfibologías. Quizás por eso, al explicar por qué España no está de acuerdo en el cupo de inmigrantes asignado por Bruselas ha recordado que nuestro país soporta un 23% de paro, y, en consecuencia, tiene por decirlo así, «prioridades nacionales».
No han sido esas sus palabras, pero sí el espíritu de la explicación para rechazar una asignación que da menos importancia a éste parámetro que a otros como el PIB o el número de habitantes de cada país. España no es el único miembro de la Unión Europea que rechaza el cupo asignado. También Francia por boca de su primer ministro, Manuel Valls, repudia la cuota calculada por la Comisión Europea.
En el caso español, lo nuevo es que un ministro del Gobierno que pertenece a un partido (PP) que está centrando su discurso de campaña electoral en afirmar que somos el país con mayor crecimiento económico de la Unión Europea -escondiendo el dato de que también estamos a la cabeza en número de parados: más de cuatro millones y medio-, de pronto, eche mano de ése parámetro para justificar que no estamos en disposición de acoger a los 1.549 inmigrantes que nos tocaría recibir en función del reparto establecido por Bruselas. Al articular sobre este punto el rechazo a recibir más inmigrantes es probable que el señor García-Margallo estuviera pensando en el ala más conservadora de su partido. La que recela de la inmigración a la manera como lo hace la derecha europea que articula su discurso en clave nacionalista y en algunos casos, antieuropea. No es discurso para García-Margallo, hombre dialogante y liberal en el sentido no economicista del término, pero las circunstancias obligan. Faltan cuatro días para las elecciones y todas las encuestas avizoran un fuerte descenso en la intención de voto al PP. Sigue siendo el partido más votado, pero pierde sus actuales y holgadas mayorías autonómicas y locales. Entre los seguidores tradicionales del PP hay voto oculto y voto fruto del desencanto. En ellos parece que estaba pensando el ministro al hablar de los cupos de inmigrantes. La mala noticia para quienes huyen de la guerra o de la miseria y sueñan con venir a España es que todo 2015 es año electoral.
Fermín Bocos