Todo el mundo da por hecho que Wert se irá de embajador a París, a la OCDE, donde ocupará un importante cargo su pareja Montserrat Gomendio, y que Cospedal abandonará la secretaría general del PP para ocupar la cartera que deja vacante el ministro de Educación.
Habría que ser más cauto antes de dar por seguro que sea ese el plan de Rajoy, que suele decir que es previsible pero también toma decisiones que nadie había previsto. Lo de la previsibilidad por tanto habría que ponerlo en cuarentena, porque además se ha equivocado gravemente en sus predicciones sobre el resultado electoral, entre otras cosas no contaba con que Cospedal perdiera el gobierno manchego. Rajoy no contemplaba ese escenario, ni tampoco el aluvión de anuncios de la mayoría de sus barones regionales de que no se presentarían a la relección como presidentes regionales del PP, toda una sorpresa para Rajoy, al que ni siquiera avisó de sus intenciones su buen amigo Juan Vicente Herrera. Se las anunció al periodista Carlos Alsina sin confesarse siquiera previamente con su gente más cercana, y se armó la que se armó.
Del problema de la “espantá” de Herrera surge el problema de que Valdeón es excesivamente “progre” para el sector más conservador del PP
Herrera lleva años diciendo que quiere volver a la vida “civil” en Burgos le convencieron para presentarse en el 2011 con la promesa de que era la última vez, y ahora se ha resistido todo lo que ha podido y más. Cospedal no logró hacerle cambiar de opinión y le pasó los trastos a Rajoy, que lo consiguió después de insistir hasta la extenuación y prometer que a mitad de legislatura podría dejar la presidencia del gobierno castellano leonés -nadie dudaba que la mantendría- y propondría para sustituirle a alguien al que Herrera habría dado de antemano gran protagonismo en el gobierno. Herrera, era un secreto a voces, se inclinaba por la hasta ahora alcaldesa de Zamora, Rosa Valdeón. Pero además del problema de la “espantá” de Herrera surge el problema de que Valdeón es excesivamente “progre” para el sector más conservador del PP, que le ha puesto la proa. Así las cosas, ya es imposible saber qué va a pasar en el PP respecto a Wert, Cospedal, Herrera, Valdeón… Si uno se tira a la piscina se puede encontrar con que no hay agua, así que mejor no hacerlo. Solo un apunte: Alfonso Alonso, ex alcalde de Vitoria, ex portavoz en el Congreso de los Diputados, y actual ministro de Sanidad, está muy pero que muy en alza.
Vista a la izquierda. Un sector importante del PSOE, y no solo del sector histórico – que ya se sabe que en términos generales defiende a capa y espada que el PSOE debe mantener una posición incuestionable respecto a lo que se llama política de Estado- , no está nada conforme con que Pedro Sánchez esté pactando con Podemos. Gana gobiernos autonómicos y municipales, es cierto, pero a ese sector disconforme no le gusta nada que el PSOE se convierta en socio colaborador de políticas que Podemos va a poner en marcha en los ayuntamientos en los que pisará fuerte. Pensaban que Pedro Sánchez iba a ser coherente con las afirmaciones que hizo durante la campaña, que no pactaría con Podemos, partido al que llamó de todo menos bonito. Y sin embargo ahora no duda en convertirse en compañero de viaje de un partido que pretende aprobar iniciativas que van contra principios básicos del socialismo, al menos del socialismo español; aparte de que se trata de un partido que no deja de estar contaminado por movimientos que presumían de su nulo respeto por la Constitución y la legalidad, y que además mantiene unas excelentes relaciones con el chavismo, que no es precisamente el ejemplo del buen gobierno y defensa de las libertades.
Así que Pedro Sánchez, que había subido puntos en los últimos meses, podría encontrarse ahora con caras largas en parte de su partido. Todo un problema que sumar a su ten con ten con Susana Díaz, que no favorece a ninguno de los dos, y sobre todo con el resultado electoral, en el que se ha dejado centenares de miles de votos en el camino. Aunque nadie habla de ello.
Pilar Cernuda