De estas elecciones y, a estas alturas, hemos leído de todo pero los titulares más llamativos han venido de una persona muy poco dada a dar titulares: «Yo le diría: presidente mírate al espejo y respóndete a ti mismo». Eso es lo que dijo el presidente de Castilla León Juan Vicente Herrera preguntado sobre si considera Rajoy como el mejor candidato de las elecciones generales.
Anda el personal muy revuelto en el PP y los barones autonómicos a la hora de analizar sus pésimos resultados prefieren echar la culpa al líder o a la marca que asumir sus propias responsabilidades. En definitiva han somatizado eso tan trillado de buscarse un enemigo exterior, sólo que ahora es dentro donde se buscan culpables. Las palabras del discreto Herrera tienen más valor si cabe porque sus resultados no han sido catastróficos si los comparamos con lo ocurrido en otros lugares. Alberto Fabra, uno de los grandes perdedores ha dicho, con razón, que hay que resetear el partido y ha anunciado una dimisión en diferido para el próximo Congreso regional después de perder el poder en Valencia tras 20 años de mayorías absolutas. «Si no somos capaces de generar renovación nos equivocaremos», sentenció. También anunció su marcha el presidente de Baleares José Ramón Bauzá y es muy probablemente que haga algo similar Luisa Fernanda Rudi tras el próximo Congreso.
La idea de que es necesaria una renovación generacional, que el PP necesita un cambio de caras y de ideas ha corrido estos días como la pólvora, provocando un descontrol en el partido que no se conocía desde la época de Manuel Fraga cuando promovió la famosa refundación y le dio el testigo a José María Aznar.. Estos días las miradas se fijan en los mas jóvenes, más inexpertos políticamente pero muchos más mediáticos como Pablo Casado, portavoz en esta campaña, que a sus 34 años se ha convertido, de la noche a la mañana, en la una de las grandes esperanzas blancas. De hecho ya hay quien le ha advertido seriamente que se proteja que en ese, !cuerpo a tierra que vienen los nuestros!, es muy malo estar en la primera línea del frente.
No es la primera vez, ni seguramente será la última en la que el liderazgo de Mariano Rajoy se ve comprometido, y de hecho durante todo el tiempo que lleva de presidente del PP no han dejado de alzarse voces pidiendo que no sea el nuevo cartel electoral. La diferencia es que antes era un susurro en voz baja, que sólo rompía de vez en cuando la voz estruendosa de Esperanza Aguirre, mientras ahora hay una auténtica rebelión de los barones que comentan abiertamente que sólo cambiando el cartel electoral en las generales podrán salvar los muebles.
Los barones llevan meses reclamando cambios que han sido sistemáticamente rechazados en esa concepción equivocada de que «no pasa nada siempre que la economía vaya mejor». Por eso ahora muchos creen que esa inacción ha acabado con la trayectoria política de algunos de ellos. Alberto Fabra, José Ramón Bauzá, Luisa Fernanda Rudi o María Dolores de Cospedal no repetirán como presidentes autonómicos y esa es una realidad inapelable que requiere medidas drásticas para contener la sangría de votos.
Dicen los próximos a Rajoy que quiere ganar tiempo, que un hombre de su perfil alérgico a la precipitación no va a tomar ninguna decisión inminente, pero ni siquiera lo más convencidos creen que lo mejor es hacer no haciendo nada. Habrá una remodelación de gobierno obligada por las nuevas ocupaciones de algún ministro pero eso no es suficiente. Deben tomarse decisiones en el gobierno y en el partido si es que quieren llegar vivos a las elecciones generales de noviembre porque si no hay muchos que les pueden comer la merienda, como se ha visto el 24-M. No vale de nada mirarse a un espejo si miras pero no ves y no hay peor aliado que la pasividad.
Esther Esteban