Los mercados están inquietos. El IBEX, por ejemplo, ya encadena dos meses de pérdidas. Si no es Grecia son las elecciones en España y si no la economía de Estados Unidos o de la Unión Europea. El caso es que los inversores están nerviosos y la buena racha se ha parado. No es para menos. Los griegos no acaban de entender lo que significa estar en la Unión Europea, las reglas de juego y andan jugando con fuego engañando a sus ciudadanos y a las instituciones europeas. El acuerdo no acaba de llegar y el dinero sigue saliendo a chorros.
En España, una semana después de las elecciones municipales y autonómicas, los resultados, sobre todo en las grandes ciudades, ha puesto en guardia a muchos inversores y acreedores. En el sector inmobiliario, que por fin después de muchos años de sequía empezaba a sacar la cabeza, muchos comienzan a pensárselo y retrasan inversiones previstas. En juego, nada menos que la sostenibilidad de la recuperación iniciada hace meses y que ya alcanza un crecimiento del PIB del 2,7 por ciento.
Por si fuera poco, los resultados dejan muy tocado al partido en el gobierno, aunque tampoco el principal partido de la oposición está para tirar cohetes. Parece que en el PP andan a la greña con tintes dramáticos y en el PSOE las facciones se hacen más visibles. Pactar con Podemos puede ser el abrazo del oso, pero es la forma de tocar poder y hacer algo más visible. Una lucha entre el secretario general y la baronesa a la que se ha unido Zapatero para mayor confusión de la militancia y los votantes.
Tiempos convulsos para un país que aún no ha dejado totalmente atrás la crisis y que está a meses de unas elecciones generales que pueden acabar con la incipiente recuperación y convertir a España en otra Grecia a la vista de acreedores e inversores. Mucho tendrían que cambiar los principales partidos para que sus votantes les volvieran a dar la confianza y este país recuperara la cordura y la decencia.
Carmen Tomás