miércoles, noviembre 27, 2024
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La pitada y el pito

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Fue, sin duda, una pitada sonora, un espectáculo bochornoso el que ofrecieron los aficionados del Athletic de Bilbao y del Fútbol Club Barcelona durante la final de la copa del Rey. No, no fue acto de libertad de expresión, allí realmente se pitó al himno nacional y también se pitó al Rey por la institución que representa. Y además hubo complicidades. Artur Mas dio la impresión de que le importaba un pito la pitada, incluso esbozó una sonrisa tal vez pensando !grave error! que aquellos pitos ahondaban en su desafío independentista y que, en definitiva, eran aplausos hacia su forma de gobernar Cataluña.

Estos días se ha recordado, con poco éxito, que el artículo 543 del código penal califica como delito los ultrajes a España, castigando los agravios en sus símbolos y emblemas como evidentemente puede ser el himno nacional. Ni ese artículo se aplicará en ningún caso, ni creo que al final pase nada. Es verdad que la comisión antiviolencia, que se reunió con carácter de urgencia, ha decidido abrir un expediente informativo y recabar información policial a las entidades y personas que promovieron la pitada. Dicen que las sanciones vendrán luego, pero yo no lo creo. La cosa se dejará correr, algo que no hubiera pasado si la pitada hubiera sido a los himnos de los clubs y la ofensa a los símbolos vascos y catalanes.

En España tenemos un curioso sentido del patriotismo que consiste en avergonzarse de cualquier cosa que nos defina como una gran nación

En España tenemos un curioso sentido del patriotismo que consiste en avergonzarse de cualquier cosa que nos defina como una gran nación. Los conceptos relativos al lugar de donde somos están un poco desdibujados y desde luego cualquier ostentación de orgullo si se trata de la bandera o el himno se relaciona con la extrema derecha. Da igual el país de nuestro entorno al que miremos, por no mencionar a los EEUU, todos se sienten orgullosos de lo que son y representan pero aquí no pasa y algo habremos hecho mal para que seamos la excepción.

A mi nunca me han producido una especial emoción los himnos, ni creo en los que se envuelven en las banderas de cualquier tipo para apropiarse de lo que más les conviene a sus intereses personales, pero si respeto a quienes sienten un pellizco en el estómago con ellos. Lamento que a estas alturas de la película y tres generaciones después los símbolos que nos representan se asocien al franquismo, y quienes intentan poner distancia apelando a la Transición y lo que supuso, sean señalados como fachas sin remisión. En el encuentro había una pancarta gigante en la que se podía leer Jota Ke irabazi arte (dale duro hasta vencer) la misma consigna que ha empleado ETA como señas de identificación en sus armas y comunicados, y sobre eso también dirán que no es ni ofensivo ni amenazante.

Es curioso que mientras la pitada se producía muchos parece que no oyeron nada y de ahí que la reacción haya sido tan tibia. Un par de palabras de condena políticamente correctas y nada más. Da igual que el Rey tenga que someterse a un bochorno de estas características cada vez que se celebra este evento deportivo. Él lo aguanta estoicamente como lo hizo su padre, y muchos dirán que va en el sueldo pero yo no lo creo. La cara de Artur Mas lo decía todo. Para algunos eso no era un parido de fútbol sino una reivindicación independentista y lo que el monarca representa es un concepto de nación que pretenden liquidar. Pero da igual, como mucho habrá una sanción económica discreta y en un par de días todo se habrá olvidado. Les importa un pito y a los demás les dura un segundo el calentón patriótico.

Esther Esteban

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