martes, noviembre 26, 2024
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Se la juegan, nos la jugamos

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Los pactos están siendo complejos y habrá sorpresas. Cada pacto, cada acuerdo, cada desacuerdo tendrán su precio. Algunos darían casi todo por no tener que pactar hasta las generales, pero no va a ser posible. Algunos daríamos nuestro voto a un sistema de listas abiertas o que contemplara una segunda vuelta entre los dos partidos más votados, para votar con el corazón en la primera y con la cabeza en la segunda y que daría el gobierno de autonomías y ayuntamientos a un solo partido, con capacidad real para no «venderse» a un tercero o varios terceros. No es que los pactos sean malos, todo lo contrario, si tienen como objetivo el bienestar de los ciudadanos. Son malos cuando se hacen desde el resentimiento o el odio y lo que se persigue es el poder o la eliminación del contrario al precio que sea. Los partidos se la juegan.

El PP porque no ha sido capaz de entender el mensaje, de actuar con humildad ni de parar la corrupción interna. Tampoco ha entendido que aunque las cifras macroeconómicas van bien, muy bien, seguimos teniendo más de cuatro millones de parados y hay muchos ciudadanos -que votan- que lo están pasando muy mal. Entre las élites y las clases empobrecidas la distancia es cada vez mayor.

Hace pocos días, el responsable de la Oficina Económica de Moncloa, Álvaro Nadal seguía haciendo el mismo discurso que ha llevado al PP a darse un batacazo: «Lo hemos hecho todo bien, esto va fantástico, sólo crece España cuando nosotros gobernamos, si no seguimos haciendo lo mismo, nos hundimos». No pisan la calle o, si ustedes lo prefieren, sólo pisan unas pocas calles. «A este Gobierno, vino a decir, le han ganado los grupos de presión». A este Gobierno le están arrinconando la soberbia y el descontento de millones de ciudadanos.

Lo mismo sucede con el PSOE, que busca el poder al precio que sea, aunque haya que irse diez pueblos a la izquierda, y pactar con el enemigo. En campaña, jugó con dos «seguridades»: «No pactaremos ni con el PP ni con Bildu», lo que es una ofensa al sentido común y a la gente de bien, y «tampoco con Podemos». Mantiene lo primero, pero está loco por lo segundo. Podemos ha pasado de ser el diablo que nos quita «nuestros» votos, al partido necesario para apartar al PP del poder. El problema no es pactar sino el precio que se paga. A veces, algunos pactos son un suicidio para el país y para el propio partido.

Podemos parece dispuesto a dar el poder en Navarra a Bildu, saltando todas las líneas rojas democráticas. Sus propuestas han paralizado las posibles inversiones extranjeras en España y nuestro crédito, sobre todo porque nadie sabe qué son, qué van a hacer, cuánto cuesta lo que quieren hacer y si van a respetar las reglas del juego, tal como ha adelantado Ada Colau, que no es la más revolucionaria del grupo.

Ciudadanos puede seguir mareando la perdiz o buscar acuerdos sensatos, a la derecha y a la izquierda, que le darían prestigio, pero no parece claro que lo vaya a hacer. Se la juegan los partidos y nos la jugamos todos. El problema no es quién gobierna sino si somos de fiar, si se puede seguir confiando en España.

Francisco Muro de Iscar

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