lunes, noviembre 25, 2024
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Entre Rajoy y Pablo Iglesias hay un tal Pedro Sánchez

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Alguien en La Moncloa, me temo, está errando el tiro: los estrategas de Rajoy van diciendo ahora que el duelo final en las elecciones generales colocará en la Presidencia del Gobierno a Mariano Rajoy o a Pablo Iglesias. Ni mención a un tal Pedro Sánchez, que sigue siendo el Secretario General del segundo partido más votado en este país. ¿De verdad creen los asesores monclovitas que Pablo Iglesias puede ser Presidente del Gobierno del Reino de España? Claro que no: se trata de puentear a Sánchez, lo que demuestra que el verdadero enemigo para la Moncloa es él y no un Pablo Iglesias que sigue suscitando demasiados recelos, suspicacias y temores en muy distintos ámbitos de la sociedad como para que pueda considerársele formando parte del ejecutivo central de la novena potencia del mundo.

Claro que no desdeña ni la potencia de Podemos para canalizar el descontento ni los valores políticos de un Pablo Iglesias de cuyos postulados discrepo profundamente, pero cuya coherencia básica reconozco.

Mi análisis de la situación es bastante divergente de la que hacen algunos colegas de los que cordial y civilizadamente suelo discrepar en tertulias radiofónicas y televisivas: lejos de creer que el PSOE será fagocitado por Podemos, algo que demuestra el temor de algunos de estos colegas al '¡que vienen los rojos!', creo que será al revés: el PSOE, suponiendo que hábilmente dirigido, que a lo mejor es mucho suponer, acabará «pudiendo con Podemos», en frase de un miembro de la dirección del partido fundado por Pablo Iglesias en 1879. A la formación del 'otro' Pablo Iglesias le faltan cuadres, organización, historia, credibilidad y coherencia programática como para ser tomada demasiado en serio como opción de gobierno; de momento, es una desorganización admirable. Un torrente lleno de potencialidad. Pero hasta ahí. Rajoy y la pléyade de asesores lo saben bien.

Lo que me preocupa es el cainismo que muestran las dos principales formaciones políticas que teóricamente deberían vertebrar el país. Decir, como dice Sánchez, que «jamás» pactará con el PP (¡ni con Bildu!) es un claro error político. Situar a Sánchez, como ha hecho Rajoy, como casi un 'tonto útil' de la 'extrema izquierda' me parece una manipulación de la realidad.

Veremos en qué para todo este conjunto de insensateces, pero yo no quiero a mi país sumido nuevamente en el fragor de las 'dos españas', en la dialéctica de la sal gorda ni en la incoherencia del 'no hay que pactar' cuando precisamente lo que se ha abierto es una época de pactos por el reformismo y la regeneración, y no de confrontaciones entre las 'derechas' y las 'izquierdas'.

Cuántas veces he hablado de esto con el socialista Pedro Zerolo, que se nos murió este martes. Era un ejemplo de tolerancia, afán por el consenso, de apertura mental y de rechazo a las inflexibilidades que tanto daño hacen a la marcha política de España. Ya sé que hablar bien de quien se muere resulta casi obligado; no es mi caso, porque admiré y quise la cordial lucha que Zerolo emprendió no solamente por los derechos civiles como ahora dicen, sino por el entendimiento político entre los españoles. Por la moderación. Quieran estas líneas finales ser mi humilde homenaje a alguien que nos va a hacer mucha falta, como sigamos deslizándonos por la pendiente de la demasía.

Ah, y conste que en mis educadas discusiones con algunos de mis compañeros, siempre digo lo mismo: como siga por esta pendiente de errores, Mariano Rajoy acabará propiciando que Pedro Sánchez sea el primer ministro de esta nación. Lo que no tiene por qué ser ni bueno ni malo, sino todo lo contrario.

Fernando Jáuregui

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