lunes, noviembre 25, 2024
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«Bien por Felipe»

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El ex presidente del Gobierno Felipe González ha dado una lección de valor y prudencia política al mismo tiempo, primero aceptando la defensa de los opositores al régimen de Venezuela, en segundo lugar porque durante su estancia en el país ha actuado con firmeza pero con cautela y en tercer lugar porque todos los pasos que viene dando los da informando al Gobierno español. Hay que destacar que, aunque no podía ser de otra manera, el Gobierno le está prestando todo el apoyo necesario y que como ha desvelado el propio Mariano Rajoy, habló con González antes de que éste pusiera rumbo a Caracas y también han sido frecuentes las conversaciones del ex presidente con el ministro de Exteriores García Margallo.

En cuanto al discurso matonista de Nicolás Maduro acusando a González de «huir» y de representar no se sabe que intereses conspiratorios, resulta no solo ridículo sino de un cinismo que raya la locura. Ha sido Maduro quién ha impedido que Felipe González pudiera visitar a Leopoldo López y Daniel Cevallos, dos de los principales opositores a los que tiene encarcelado. Y ha sido Maduro quién ha impedido que González pudiera asistir como asesor al juicio que se iba a celebrar. Así que resulta patético que el presidente Maduro después de impedir a González que visitara a los disidentes le acuse de no verlos.

Maduro resulta no solo ridículo sino de un cinismo que raya la locura

En cualquier caso la estancia del ex presidente González en Caracas ha sido importante porque ha puesto el foco de los medios de comunicación y también de todas las cancillerías en lo que está sucediendo en Venezuela.

El prestigio de González en América Latina es inmenso y es ese prestigio el que ha puesto al servicio de la causa de la libertad y de la democracia en Venezuela. Porque no nos engañemos, en Venezuela hay un importante déficit democrático. No basta que un país celebre elecciones para que haya democracia, la democracia es mucho más, son leyes que garantizan los derechos de los ciudadanos y sobre todo la libertad.

Felipe González ha dicho que en Venezuela «falta diálogo», en un intento de que se tiendan puentes entre el gobierno y la oposición, una oposición que tiene el handicap de venir actuando desunida lo que le resta fuerza.

En España la mayoría de los partidos avalan el papel de González como abogado de los político detenidos por oponerse al chavismo, aunque hay voces desde Podemos, también desde IU que critican y cuestionan, con sal gruesa, la actuación del ex presidente. Claro que quienes hacen estas criticas tienen una ligazón con el régimen chavísta difícil de comprender.

Nicolás Maduro ha demostrado que tiene miedo a González, la prueba es que el mandatario venezolano anuló su viaje a Roma para ser recibido en audiencia por el Papa Francisco. Esgrimir la excusa de que no viajaba porque tenía gripe amen de pueril suena ridículo.

Y es que por más que Maduro se desgañite clamando que González forma parte de un lobby que conspira contra el régimen venezolano, la realidad que él no desconoce, es que en estos momentos González junto a otros ex mandatarios latinoamericanos están trabajando a favor de los derechos de los opositores encarcelados. Y esa es la realidad que debilita y enfurece a Maduro.

Felipe González ha permanecido en Caracas el tiempo necesario para ver lo evidente: la falta clamorosa de libertad y la cada vez más precaria situación económica.

La única salida son elecciones libres y democráticas, es decir con la participación de la oposición y por tanto con la puesta inmediata en libertad de los líderes opositores encarcelados. Todo lo demás sería una farsa.

Julia Navarro

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