lunes, noviembre 25, 2024
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Tragedia griega

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Decir que Grecia, en términos económicos, se encuentra a las puertas del abismo, es un lugar común. Pero la imagen describe con nitidez la insolvencia financiera, la falta de recursos fiscales y la  escasa voluntad política -en Atenas, desde luego, pero también en Bruselas- para reconocer las raíces del problema y tratar de reconducir la situación. El órdago que supone la convocatoria de un referéndum para trasladar a los ciudadanos la responsabilidad de decidir el camino a seguir -marcado por más austeridad, más impuestos, más recortes en salarios y pensiones- ha sido interpretado por Bruselas (Eurogrupo) y Washington (FMI) como un desafío que consideran fuera de lugar. Al excluir al ministro griego de Finanzas (Varoufakis) de la ronda de negociaciones mandaban un mensaje de repudio al propio Primer Ministro heleno. Para los representantes de las grandes instituciones internacionales afectadas por la morosidad de la República griega Alexis Tsipras habría traspasado la línea roja que marca la quiebra de la confianza entre gobernantes. Visto el monto de las obligaciones financieras que tiene pendientes el Gobierno de Atenas y el rechazo a hacerlas frente en los plazos establecidos es comprensible el repudio que provoca la línea populista seguida por Tsipras. En Bruselas exaspera el método de negociación seguido por los griegos –«Marean la perdiz, parecen orientales, turcos», se quejaba un diplomático. En Atenas, lo que desespera es ver que en Bruselas y también en el FMI y en el BCE parecen haber olvidado que los gobernantes del Xiriza no son los responsables del agujero financiero que lastra al país. Todas las trampas que han desembocado en el actual estado de cosas son anteriores al actual Gobierno. Desde el maquillaje de las cifras de convergencia que permitieron la entrada de Grecia en la UE, pasando por los injustificados gastos en Defensa (Grecia está en la OTAN) y, por encima de todo, el tolerado fraude fiscal a escala de ecosistema -fue ideado en los años hegemónicos de la derecha (Nea Democratia de Karamanlís), perpetuado por  el PASOK de Andreas Papandreu y  continuado hasta nuestros días por los gobiernos de la derecha  y los socialistas-. Los mismos conservadores y socialistas (ahora en la oposición) que exigen la dimisión de Xipras por haber convocado el referéndum. La mezcla de arrogancia y demagogia que ha caracterizado la forma de gobernar de Xipras y Varoufakis irrita y les hace antipáticos. El órdago del referéndum no les ayuda a mejorar su imagen ante los socios comunitarios, pero dejarles caer, dejando caer a Grecia, sería peor que un crimen, sería el mayor error político que podrían cometer Bruselas. Todavía estamos a tiempo de evitar una tragedia.

Fermín Bocos

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