lunes, noviembre 25, 2024
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Pedro, ¿vas a ser bueno esta noche?

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Ahora va a resultar que he sido compañero en tertulias televisivas de los personajes políticos más en ascenso en los últimos tiempos, empezando por Albert Rivera, que parecía un recién salido de la Universidad, por edad y comportamiento, y al que nadie hacía demasiado caso, y yo el primero. Solo me ha faltado Pablo Iglesias. De Pedro Sánchez ya les hablé el otro día, cuando escribí que ya por entonces me pareció una persona inteligente y mesurada, etc., a la que no conocía casi nadie.

En los mismos tiempos, finales de la anterior legislatura, tuve la suerte de conocer y simpatizar con Cristina Cifuentes, por entonces, si no recuerdo mal, vicepresidenta de la Asamblea de Madrid, que nos abrumaba a todos con su dominio y conocimientos sobre las modernísimas tecnologías de la comunicación, pegada a alguna de las cuales aparecía siempre, incluso en pantalla. Recuerdo muy bien que en varias ocasiones le dije claramente que me parecía de lo mejorcito de su partido, el PP, y la verdad es que el elogio le agradaba mucho.

No sé si le agradaba tanto cuando le preguntaba qué demonios hacía una chica como ella, moderna, abierta y casi progresista, en un partido como el PP. Al menos entonces me ponía carita de «Pedro, no exageres», pero sin poder disimular su complacencia, con su sonrisa casi permanente. Todo lo cual no significa que nuestra relación televisiva fuese vida y dulzura. No, discutíamos y discrepábamos  todo lo habido y por haber, siempre desde el respeto y la seriedad, de fondo, claro, porque uno nunca se ha puesto apestosamente solemne en esas ocasiones profesionales.

Pero lo que mejor recuerdo es que cada noche, bueno, no sería todas las veces, al saludarnos antes del comienzo del programa,  Cristina ponía una carita como de súplica amistosa, para decirme: «Pedro, ¿vas a ser bueno esta noche?». Con eso tal vez intentaba ablandar cualquier posible agresividad que yo pudiera montar en el transcurso del programa televisivo. O simplemente, insinuarme que no la tomara con ella y que no se lo discutiera todo, todo.

En estas últimas semanas, y sobre todo en los días solemnes de la investidura y puesta en marcha, como presidenta de Madrid, y no digamos con el tema de la bandera arco iris, este país ha podido comprobar que Cristina Cifuentes es otra cosa, que nada o muy poquito tiene que ver con la pléyade de personajes peperos que nos ha acompañado en estos últimos años. Me alegro por ella, por Madrid y por quienes puedan sentirse aliviados al comprobar que personajes así son posibles incluso dentro de un partido en el que tienen muy difícil encaje. Ánimo y a cumplir, Cristina.

Pedro Calvo Hernando

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