Tsipras preside un gobierno legítimo y legítimo es que convoque referéndum, pero no todo lo legítimo tiene que ser necesariamente sensato o acertado y la cita que el presidente griego ha lanzado a sus ciudadanos para este próximo domingo ni es sensata ni acertada. Tsipras, muy seguro de que Grecia nunca saldrá del euro porque resultaría muy caro, se ha metido él sólo en un autentico laberinto.
Realmente, las posiciones entre la famosa troika y Grecia nunca habían estado tan cerca como cuando el ministro de Economía griego se levantó de la mesa. Es difícil creer que Varoufakis acudió a la última reunión del viernes pasado ignorando los planes de su Presidente, porque un referéndum no se idea en unas horas. Forma parte de una estrategia diseñada con premeditación. Si no fuera así, el asunto sería aún más preocupante.
Antes de certificar su propio laberinto, Tsipras lanzó una nueva propuesta descolocando aún más a propios y extraños, de manera que el referéndum es algo así como un paso atrás pero para coger impulso. «Nos van a respetar más», ha dicho Tsipras a sus ciudadanos. A tenor de la literalidad de la pregunta, serán pocos, muy pocos, los que realmente entiendan el alcance de las medidas propuestas. Una vez más, se apela al orgullo, la dignidad…; se apela a intangibles demasiado serios y demasiado ciertos como para ser utilizados como boleto de entrada en el laberinto en el que Tsipras ha metido a Grecia y se ha metido él mismo.
Hay quienes dicen que Tsipras hace todo un alarde de democracia y de respeto a los ciudadanos convocando este referéndum. Sin embargo, también se puede interpretar como una dejación de responsabilidades. ¿Habrá algún griego que sepa a ciencia cierta las diferencias entre su Gobierno y las llamadas «instituciones»?. ¿Habrá habido igualdad de oportunidades para que los favorables al sí puedan expresar su opinión en la televisión pública?.
En cualquier caso, lo cierto es que los griegos han venido apoyando a gobiernos claramente corruptos y hartos de ello, han votado -Syriza obtuvo el 35% de los votos-, que en campaña prometió todo lo que se puede prometer y más. Tsipras era la esperanza y ahora es la confusión.
Es seguro que desde la UE las cosas se pueden y se deben hacer mejor. No todo son números, ni déficits, ni superávits. Hay ciento de miles de ciudadanos europeos que no gozan del bienestar al que tienen derecho, pero en ningún sitio está escrito que los laberintos beneficien a los más necesitados. ¿Que razón de peso puede esgrimir Tsipras para no afrontar de inmediato las reformas necesarias para que la edad de jubilación no se establezca a los 65 o 67 años?. En Grecia está establecida en los 50.
Los referéndums se proponen para ganarlos y lo razonable es pensar que Tsipras saldrá ganador de la consulta. Y entonces vendrá otro laberinto, porque si gestionar el acuerdo es de por sí complicado, es difícil imaginar como se va a gestionar el «no». Tsipras cree que, de momento, van ganando, que se les respeta más y que al final las «instituciones» cederán posiciones. ¿Y si esto no ocurre?.
Los referéndums se proponen para ganarlos y lo razonable es pensar que Tsipras saldrá ganador de la consulta. Y entonces vendrá otro laberinto, porque si gestionar el acuerdo es de por sí complicado, es difícil imaginar como se va a gestionar el «no».
Hace ya algún tiempo, un destacado eurodiputado socialista auguró que el final de esta historia sería «una salida pactada de Grecia». En estos días, esa frase no se me olvida.
Charo Zarzalejos