Rajoy sigue hablando casi exclusivamente de economía, y tiene razones para hacerlo, pero también debería hacerlo de otras cosas. De política con mayúsculas, de reformas electorales, de educación, de justicia, de sanidad. Y de investigación. No tendremos futuro ni empleo de calidad, si no dedicamos muchos más recursos a la investigación. No parece que a Rajoy y a su Gobierno les preocupe demasiado eso. Y si les preocupa, no lo demuestran con hechos. Cada vez que frenamos los presupuestos en I+D+i, retrocedemos décadas. Cada vez que se recortan los fondos para la investigación, decenas o centenares de investigadores, formados en España con un alto coste, se van fuera. Y casi nunca vuelven. Cada vez que un investigador con una carrera prometedora, ve frenada su carrera en España por falta de medios, está más cerca de continuarla fuera. No es malo que los investigadores, los licenciados o los doctores salgan fuera de nuestras fronteras. El problema es que no vuelvan. Que no puedan volver.
No tendremos futuro ni empleo de calidad, si no dedicamos muchos más recursos a la investigación.
Un ejemplo es Atapuerca. La lucha de algunos investigadores, desde los años 60, y muy especialmente desde 1990 por parte de José María Bermúdez de Castro, Juan Luis Arsuaga y Eudald Carbonell han revelado que tenemos en la sierra de Atapuerca un corredor y un yacimiento único en Eurasia, que nos da cada día nuevas claves de cómo ha evolucionado la especia humana desde hace millón y medio de años. Atapuerca es un espectáculo por lo que tiene, por lo que se puede ver, por lo que se descubre cada día, por las personas que trabajan allí -sólo 150- y por algunos patrocinios que merecen ser destacados. No sobra el dinero que ponen las Administraciones públicas y algunas empresas. Algunas de estas no ponen dinero, pero, por ejemplo, el panadero de Ibeas de Juarros suministra diariamente el pan que se consume allí. Otros proporcionan embutidos o vino, como Campofrío o la Ribera del Duero. Todo suma y todo es patrocinio del mejor.
En Atapuerca deberíamos invertir más. Nos ha tocado la lotería. No es nada lo que se ha descubierto -cráneos y restos humanos de un millón de años o un asesinato, que nos permiten conocer de una manera minuciosa y fantástica cómo éramos (por cierto, muy poco diferentes de lo que somos ahora), cómo vivían y qué enfermedades tenían. Ya se está estudiando el ADN de esos restos. Deberíamos llevar allí el mejor talento. Hacen falta más medios para llevar a los mejores arqueólogos, paleontólogos, forenses… Atapuerca es la Disneylandia de la prehistoria y está en España. Nadie debería dejar de visitarla. Las Administraciones deberían ser más generosas con este lugar único en el mundo.
Y una queja. España ha recibido entre 1986 y 2015 casi 200.000 millones de euros en fondos de la Unión Europea y llegará hasta los 260.000 en 2020, un 25 por ciento de nuestro PIB. Sin ellos, España no sería hoy el país del que disfrutamos. Pero de esos fondos, ni un euro ha ido para Atapuerca, a pesar de que se han pedido. Es lamentable que Europa de la espalda a este lugar donde se estudia la historia de la humanidad.
Francisco Muro de Iscar