La Historia se repite. Estamos entrando en una etapa de paidocracia. Los partidos eligen caras nuevas para presentar sus discursos. Les toca a los jóvenes ser los protagonistas. Los platós de televisión han sustituido a las plazas de toros. Las tertulias broncas reemplazan a los mítines multitudinarios de antaño. Los partidos tradicionales -que funcionan como empresas- se obsesionan con la imagen. De ahí el despilfarro de propaganda o las maniobras para conseguir presencia en los medios. Sobre todo, en la televisión; pero también en las redes sociales. Es conocido que tanto Podemos como el PP dedican tiempo y recursos para lograr un tráfico favorable en la Red. El último en asumir el dictado (o la tiranía) de esta moda que impone rejuvenecer plantillas ha sido el PP. En su Conferencia del pasado fin de semana, pese a que es Mariano Rajoy quien sigue al frente del negocio, todo giró alrededor de la idea de que el partido ha pasado a manos de los jóvenes, los Pablo Casado, Andrea Levy o Javier Maroto.
Es grande ser joven, pero la vida nos enseña que, en sí misma, la juventud no es garantía de nada… a no ser que uno se llame Alejandro de Macedonia.
Cuando Pedro Sánchez (contra el pronóstico de tantos) alcanzó la secretaría general del PSOE, sus asesores le llenaron la agenda de comparecencias en televisión. Importaba poco o nada el programa y su reputación. Para ellos, el fin (darle a conocer) justificaba el medio elegido. Incluso los programas basura. El caso es que el recién llegado en pocos meses alcanzó un notable grado de popularidad. Un camino parecido siguió Pablo Iglesias, el líder de Podemos. Haciendo suya la máxima -atribuida a Den Xiao Ping: gato blanco, gato negro, poco importa; lo importante es que cace ratones-, inició el salto catódico al circuito nacional en el plató de Intereconomía, canal poco sospechoso de veleidades marxistas. Y, qué decir del joven Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, que también goza de gran popularidad y que, como se recordará, comenzó su carrera presentándose desnudo ante los electores. El salto a la fama fue fulminante. Como le ocurrirá a Nacho Hernando (23 años) flamante portavoz de la Junta de Castilla La Mancha…
Es grande ser joven, pero la vida nos enseña que, en sí misma, la juventud no es garantía de nada… a no ser que uno se llame Alejandro de Macedonia. Pero no parece ser el caso que nos ocupa.
Fermín Bocos