España se ha quedado sin el puesto de presidente del Eurogrupo y De Guindos sin su gran aspiración una vez que la economía española ha logrado en menos de cuatro años enderezar el rumbo. Lo probable es que en estas últimas semanas de gran discusión entre los socios europeos sobre qué hacer con Grecia, el ministro español no haya sido todo lo contundente que los más duros esperaban. No es que el gobierno español haya sido tibio exactamente, pero quizás sí ha sido más de lo que se esperaba. Guindos se había situado en el grupo de estados que apostaban con mayor claridad por la permanencia de Grecia en el euro. Y, creo que había razones para ello. La principal el miedo que una Grecia fuera podría habernos causado en nuestra financiación. Estos días de incertidumbre se ha visto claramente que tanto las bolsas como las primas de riesgo eran más castigadas que otras. El Gobierno pensaba y quizás hacía bien en que uno de los países que más hubiera sufrido las consecuencias de un Grexit era el nuestro. De hecho, ayer en la subasta de deuda, de nuevo España vendió la deuda a tipos cercanos a negativo. Los mercados se han relajado, pero podía intuirse que a pesar de presentar datos muy positivos de crecimiento y aumento de empleo (los mejores de la eurozona) podría haber sido la diana de los inversores. El siguiente.
El Gobierno pensaba y quizás hacía bien en que uno de los países que más hubiera sufrido las consecuencias de un Grexit era el nuestro.
Es obvio que se reduce el peso de España en las instituciones comunitarias, pero tampoco se hunde el mundo. España debe aprovechar ahora la etapa de menor inestabilidad que, al menos de momento, producirá el hecho de que Grecia se quede en el euro, haga por la vía de urgencia las reformas que se le han exigido, las imponga a la mayor brevedad y sea vigilado permanentemente para que no vuelva a ocurrir el engaño masivo de estos años atrás. Tsipras ha perdido absolutamente. Lo ha hecho ante los europeos, ante los griegos
-incluidos muchos de su propio partido- y ante los seguidores españoles de Podemos, que parece que andan como alma en pena preguntándose cuánto les afectará a su discurso lo visto en Grecia. Ni ha muerto la troika, ni hay quitas, ni reestructuración de deuda, meses de corralito, funcionarios y pensionistas cabreados. En fin, una situación contraria a la que Syriza, Podemos y en general toda la izquierda, vendían como salida para los males de España. Descanse en paz.
Carmen Tomás