miércoles, noviembre 27, 2024
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Churras y merinas

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No puedo resistirme a comentar una noticia que he leído en un periódico andaluz: la nueva alcaldesa de Córdoba, la socialista Isabel Ambrosio ha decidido que como España es un Estado aconfesional no debe de haber ningún elemento religioso en el ayuntamiento. Así que pensado y hecho. La alcaldesa ha mandado que los cuadros de temas religiosos se saquen del ayuntamiento. Y ha empezado por desalojar una pintura del siglo XVII de San Rafael, y ya puesta ha mandado también sacar de una vitrina una pequeña obra de arte, un crucifijo de marfil. Y dice que va a seguir.

La verdad es que la decisión de la señora alcaldesa me dejaría perpleja si no conociera el percal de algunos militantes de la laicidad que suelen confundir churras con merinas. Me pregunto que tendrán que ver las obras de arte, aunque sean sobre motivos religiosos, con la aconfesionalidad del Estado. ¿En qué puede molestarle una pintura del siglo XVII con San Rafael como personaje o el referido crucifijo de marfil?.

Pero una cosa es que el Estado sea aconfesional o laico, tanto me da, y otra la tontería.

El ayuntamiento de Córdoba ha estado regido por Julio Anguita, al que desde luego no se le ocurrió tamaña tontería. Y por Rosa Aguilar, que tampoco.

Vaya por delante que me parece un valor de la democracia la separación de Iglesia y Estado. A Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar. Pero una cosa es que el Estado sea aconfesional o laico, tanto me da, y otra la tontería.

No quiero ni pensar en lo que haría si en su ayuntamiento tuviera colgados cuadros con motivos religiosos de grandes  maestros como Rafael, Tintoretto, Bellini, Leonardo, Miguel Angel, Botticelli, El Greco, Velázquez, etc, etc, etc.

Vamos que no me imagino al Presidente de Francia, Francois Hollande diciendo que descuelguen de las paredes del Eliseo un cuadro de un gran maestro de la pintura, porque el cuadro sea de un santo o de una escena religiosa ya que Francia es un país laico.

Saben, a mi me provoca una enorme desazón que haya responsables políticos que tengan tan bajas miras, que crean que la defensa del Estado aconfesional pasa por hacer desaparecer de los espacios públicos políticos obras de arte con contenido religioso. Me digo que como es posible que nos representen gente tan simple, tan pedestre, tan inculta.

Hay fanáticos religiosos que son capaces de arrasar con todo aquello que no tiene que ver con sus creencias, y hay fanáticos del laicismo que hacen otro tanto de lo mismo con todo lo que tiene que ver con la religión. Nunca he comprendido a los fanáticos de uno u otro lado, y si me apuran entiendo menos a los que hacen del ateísmo una religión tan intolerante como algunas de las religiones que conocemos. Los «come curas» me producen repelús, y pienso que a estas alturas de la Historia deberíamos poder vivir en un país tolerante donde no tengan lugar decisiones pueriles como las de la señora Ambrosio, alcaldesa de Córdoba, retirando del ayuntamiento obras de arte con simbología religiosa.

Sí, a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César, pero sin confundir las churras con las merinas. Vamos, digo yo.

Julia Navarro

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