Reconozco que no me fio de los tipos que no dan la cara. Cuando una persona, especialmente en la vida política, se esconde detrás de otros pero a la vez sigue al acecho, es decir, cuando esa persona no da la cara por sus ideas, proyecto o pueblo, y prefiere que el trabajo sucio lo realicen otros individuos, esa persona es clarísimamente muy poco de fiar o nada de fiar.
Esta descripción es en la que se puede enmarcar a la persona de Artur Mas. El presidente de la Generalitat ha decidido colocar de pantalla en la lista electoral donde él concurre a tres personas por delante para que le hagan el juego sucio, y para engañar a la gente diciendo que son otras personas ligadas a la sociedad civil y lejanas a la política las que encabezan la lista separatista nacionalista para los próximos comicios catalanes de finales del mes de septiembre.
Aquellos ilusos que primero pensaban que no habría elecciones, y que en caso de haberlas, Artur Mas no se atrevería a ir conjuntamente en un frente nacionalista para definitivamente intentar meter un rejón de muerte a la nación española. Me imagino que a estas alturas de la película ya se habrán caído del guindo.
Conozco al cabeza de lista del proyecto independentista catalán Raúl Romeva, fuimos compañeros de cámara parlamentaria europea durante muchos años. Reconozco en él que fue un gran trabajador parlamentario que defendía con vehemencia sus ideales del color de la sangría, mezcla de comunismo rojo y ecologismo verde, y que era un gran instigador político contra Artur Mas y su partido. Ahora Romeva abandona todo lo que había defendido para ser el cartel de la estelada, el cabeza del independentismo y sorprendentemente, él que era un ferviente defensor de la Unión Europea pasa a querer sacar a su «país» de esa Unión Europea, ya que ese es el camino que recorrería Cataluña en una hipotética ruptura de esa región con la Nación española.
Pero a la vez tengo que reconocer también que el proceso por el que apuesta Romeva y que encabeza en la lista secesionista, me fue advertido hace muchos años por el mismo político en una conversación que mantuvimos en Bruselas.
En esa conversación se omitía su posibilidad de encabezar la lista estelada porque él, estoy seguro, que ni pasaba por su cabeza que podría ser el cabeza de cartel de los estelados, pero ya me apuntó que el recorrido de Cataluña en el futuro sería hacia la convocatoria de unas elecciones autonómicas, que se transformarían en unas elecciones plebiscitarias y donde el previsible triunfo de los independentistas conllevaría a que el primer día que se reuniese el Parlamento Catalán, después de haberse constituido los órganos de dirección de la Cámara, la primera y única propuesta en el orden del día de los secesionista sería la declaración unilateral de independencia de la República de Catalunya. Por lo tanto, seguir los pasos de lo que hicieron otros en Kosovo, es decir, la kosovización política de Cataluña. Todo un vaticinio de futurología política puesto en marcha por Mas y palmeros ahora como Raúl Romeva.
El ministro de justicia ya ha advertido que no se permitirán fraudes electorales, de manera que no podrán ser elecciones plebiscitarias aquellas que deben ser autonómicas, pero haría bien el ministro Catalá en leer con atención las declaraciones de Oriol Junquera amenazando los secesionistas con un símil futbolístico en seguir marcando goles al Estado, y además de eso que pondrán todo su empeño en dar todos los pasos necesarios para dinamitar la nación española.
Ha llegado el momento de no esperar a que el rival se meta un gol en propia puerta o en salir a empatar el partido. Hace falta desplegar todos los arietes ofensivos con la ley en la mano para que el partido que Oriol y Mas quieren jugar se acabe de una vez por todas y si quieren símiles futbolísticos como usan ellos, la tarjeta roja por enésima reiteración debe conllevar una sanción a perpetuidad.
Carlos Iturgaiz