lunes, noviembre 25, 2024
- Publicidad -

¿Hasta cuándo el horror del IS?

No te pierdas...

Cada vez resultan más incongruentes los resortes que mueven el mundo. O no, y ese es el drama. Pero asistir sin apenas mover un dedo a lo que está ocurriendo en Siria, es desolador y debería provocar un miedo cierto no sólo en Occidente sino también en países del Oriente que han ayudado -y tal vez sigan haciéndolo- a ese disparate que hemos llamado Estado Islámico (IS), un nuevo califato que pretende imponerse por medio del terror en medio mundo para devolverlo a un pasado imposible y, desde luego, insoportable.

La civilización sabe ganar las guerras pero fracasa siempre en las paces.

Y debería preocupar porque lo que está ocurriendo en Siria está ocurriendo en el todos sitios. Siria sólo es el buque insignia -abatido por Occidente y luego, como siempre, abandonado- de toda la ignominia que el fanatismo religioso puede traer consigo.

Nos llegan hasta el alma y los vivimos de forma solidaria los actos terroristas en ciudades europeas o norteamericanas pero cada vez nos llaman menos la atención los secuestros de occidentales -ahora tres periodistas españoles- , el «reclutamiento» de mujeres para la causa y el futuro de ese califato de pesadilla, el adoctrinamiento de niños y la culminación de todo este proceso con las ejecuciones de rehenes en ocasiones degollados por críos en un acto que repugna a cualquier conciencia y que ningún dios podría aceptar.

Pero parece que pese a todo, no nos afecta demasiado y uno se pregunta si no habrá que esperar a que se dispare el precio del petróleo para que alguien detenga la barbarie. Siempre he dicho, y ha quedado demostrado, que «la civilización» sabe ganar las guerras pero fracasa estrepitosamente en las paces. Y ahí está Irak o Siria para demostrarlo. Pretendemos imponer la democracia -nuestra democracia-  a golpe de bombardeo y así no funcionan las urnas.

¿Para qué sirve tanta declaración de derechos humanos si no somos capaces de reaccionar ante el terrible espectáculo de un niño-bomba en un mercado o de otro degollando a un inocente?

Por otra parte, a partir de la polémica guerra en Irak, hay como un complejo raro de llamar a las cosas por su nombre y de reconocer que el Estado Islámico es un genocida global que debe desaparecer no sólo por el peligro que entraña para Occidente con su terrorismo no jerarquizado sino, sobre todo, porque está creciendo y multiplicándose aprovechando la inocencia de los más vulnerables.

 No es posible seguir viendo lo que estamos viendo cada día sin que nadie mueva ficha de verdad: todos sabemos que con bombardeos selectivos no se acaba este desastre y que las víctimas de esos bombardeos van a ser, con cierta seguridad, civiles esclavizados por el miedo. Pero nadie da el primer paso y lo que aun es peor: es muy posible que países super poderosos y «amigos» estén financiando directa o indirectamente esa barbarie. ¿Hasta cuando la ONU va a consentir todo esto? ¿Para qué sirve tanta declaración de derechos humanos si no somos capaces de reaccionar ante el terrible espectáculo de un niño-bomba en un mercado o de otro degollando a un inocente? Así no vamos a ninguna parte.

Andrés Aberasturi

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -