lunes, noviembre 25, 2024
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Revilla y el Rey

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Seguramente se ha exagerado el supuesto pecado de indiscreción cometido por el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, después de entrevistarse con el Rey en el Palacio de la Zarzuela. No es para tanto. Y ahora no me estoy refiriendo al dicho pecado sino a la absurda polémica sobre si las dichosas palabras eran del monarca o respondían a una versión libre de Revilla sobre lo hablado con Felipe VI.

En cuanto a la supuesta indiscreción, no es ninguna novedad. Ni la indiscreción de Revilla, que es persona transparente y dicharachera, ni la opinión del monarca sobre la gravedad del viaje a ninguna parte de los nacionalistas irreductibles pilotados por el presidente de la Generalitat, Artur Mas. En todo caso, el periodista siempre estará a favor de cualquier indiscreción con posibilidades de convertirse en mercancía útil de interés público. Por ese lado, las indiscreciones se agradecen como una ráfaga de viento fresco en medio de tantos mensajes codificados por los Gabinetes de Prensa y oficinas de comunicación de instituciones oficiales.

Y ahora vamos a los contenidos. El Rey le habría dicho al presidente cántabro que su reciente conversación de hora y media con Artur Mas le ha llevado a temer, que la postura del president sea «irreconducible». O sea, que «vamos derechos al precipicio», según habría comentado Felipe VI. Ese plural solo puede aludir a la onda expansiva del irremediable batacazo, que nos va a doler a todos. En especial a los independentistas sinceros y catalanes en general, abocados a la frustración, el enfrentamiento civil, el desgobierno y la inestabilidad.

¿Qué tiene de malo que el Jefe del Estado se muestre preocupado ante una situación que, oído lo oído por boca del mencionado caudillo nacionalista, le parezca «irreconducible» el problema. No es el único que valora de ese modo los obsesivos planes de Artur Mas. Y tampoco es Mas el único dirigente del bando secesionista que, efectivamente, declara «irreconducible» su proyecto. Véase, si no, lo que el mismo día decía Joan Tardá (ERC), advirtiendo que ni dios va a ser capaz de frenarles. También el número uno de la lista única soberanista, Raúl Romeva, se queda atrás cuando dice que van por todas y que no hay margen para la rectificación, el frenazo o la marcha atrás.

En cuanto al impacto del las palabras del Rey en el sentir de la opinión publica, las interpretaciones van por barrios, Unos piensan que declarar «irreconducible» el proceso soberanista es alimentar el desafío y deslizar un mensaje de resignación hacia quienes no lo compartimos. Otros, en cambio, piensan que es una forma de invitar al Gobierno a tomar decisiones desactivadoras del problema, usando los instrumentos legales, doctrinales y sancionadores que están a su disposición en el ordenamiento jurídico.

Antonio Casado

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