Es necesario señalar que el republicanismo y laicismo de algunos de los nuevos ayuntamientos, se proyecta de una forma pacata y pusilánime. En efecto, ha habido algún cambio de calle, alguna retirada de bustos, alguna propuesta para anular honores pasados al rey Juan Carlos I o borrar el nombre de Felipe VI de algún edificio, pero en conjunto, pellizcos de monja que demuestran timidez y apocamiento.
Es necesario señalar que el republicanismo y laicismo de algunos de los nuevos ayuntamientos, se proyecta de una forma pacata y pusilánime.
Ya hubo un pionero en las filas socialistas que, hace pocos años, en lugar de felicitar la Navidad, como hacen en Europa, América del Norte, América del Sur, Australia, y algunos países de medio Oriente y África, felicitó «las fiestas de Invierno».
En ese sentido yo espero que este otoño, las Fiestas del Pilar, de Zaragoza, pasen a denominarse «Fiestas de Octubre» y, al año que viene, las Fiestas de San Fermín se llamen «Fiestas de Nafarroa», sustituyendo el día final el «pobre de mí, ya se acaban las fiestas de San Fermín» por «¡qué triste que estoy, Bengoa, que se acaban las fiestas de Nafarroa!». Además, como prohibir los encierros sería tomado como una acción totalitaria por los fachas de siempre, el ayuntamiento de Pamplona podría exigir que sólo salgan del corral los toros que hablen euskera, y como el negocio de las reses bravas va económicamente muy justo y no abundan en Salamanca ni en Madrid los profesores de euskera para toros, el alcalde se cargaba de paso las corridas que tan poco agradan al delicado espíritu laicista y republicano.
Albergo grandes esperanzas en que Ada Colau, al concluir el verano, suprima lo de las Fiestas de Merced, y el 24 de septiembre se celebren las «Fiestas de Barcelona», sin más, en puro estilo laico, de la misma manera que el próximo mayo se tomen medidas para que la fiesta de la Virgen de los Desamparados, en Valencia, se bauticen como Fiestas de Mayo. Y no quiero aportar la brillante idea de poner un IBI especial al templo del Pilar, de Zaragoza, porque me imagino que ya estarán trabajando en ello, con objeto de que, dentro de poco, a España, con tantas tonterías contemporáneas, no la conozca ni la madre que la parió, ni siquiera la «mare de Deu».
Luis del Val