sábado, noviembre 23, 2024
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Mariano se nos ha echado al monte

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Es lo que te dicen, bromistas, algunos de los monclovitas con los que ocasionalmente hablas, o te hablan: «Mariano se ha echado al monte». Se refieren a que se deja fotografiar bañándose en un río, a que va a almorzar a restaurantes en los que ve y es visto: ya ven ustedes lo fácil que es echarse al monte. Y también se refieren a que probablemente este viernes va a protagonizar una rueda de prensa, de esas de fin de curso, 'distinta'. Veremos. Entre otras cosas, porque este fin de julio y el comienzo de agosto no significan propiamente el término de un curso, el inicio de unas plácidas vacaciones. El día 3, sin ir más lejos, Artur Mas prenderá la mecha del cohete convocando formalmente las elecciones del 27 de septiembre, que tienen encendidas las alarmas -eso a la insensatez mesiánica de Mas le gustará, sin duda- en el Gobierno central y en el PP, en el PSOE-PSC, en Ciutadans-Ciudadanos y en las diversas versiones de Podemos, para no hablar de Unió, del Tribunal Constitucional, de usted y de mí. O hasta de buena parte de Europa, que se obliga al silencio, pero que alimenta el reproche hacia el salto que está dando el president de la Generalitat hacia el abismo.

El día 3, sin ir más lejos, Artur Mas prenderá la mecha del cohete convocando formalmente las elecciones del 27 de septiembre

Así que Rajoy, y posiblemente Pedro Sánchez en paralelo, tendrán que afinar mucho el mensaje que envían a los catalanes y, de paso, al resto de los españoles. Y lo mismo Albert Rivera, que sigue siendo una baza importante en Cataluña aunque se haya decantado por ser candidato a La Moncloa: ay, La Moncloa… todos piensan en ella más que en lo que suceda en la plaza de Sant Jaume. O Pablo Iglesias, que creyó que podría aportar algo original al ya casi eterno debate sobre el ser y el estar de Cataluña y, que se sepa, hasta ahora no lo ha hecho más allá de apoyar la trayectoria anarquizante de Ada Colau. Creo que los próximos días, en este sentido, van a ser pródigos en declaraciones y abundarán en ese debate sin remedio que nace de dos incomprensiones que ven cómo los trenes van a chocar de frente sin que se vislumbre al guardagujas.

Soy de los que creen que hay aún soluciones más allá de echarse al monte (que es más bien lo que ha hecho Mas, y por supuesto nunca Rajoy). Estoy ansioso por escuchar lo que nuestros máximos representantes políticos tienen que decirnos, porque, hasta ahora, incluyendo algún artículo en prensa de Rivera tratando de poner el dedo en la llaga, o ese relevo tan arriesgado en el Partido Popular catalán, nadie ha dicho algo que pueda esperanzarnos.

Yo no creo, contra lo que dicen algunos comentaristas, que ese 'echarse al monte' de Rajoy consista en derechizar su partido, en busca de votos que se le escaparon decepcionados. Me parece que la decepción viene por otras causas, pero ellos sabrán. Y no creo que llevar a la cabeza de candidatura a García-Albiol, un ex alcalde célebre por sus salidas xenófobas, sea otra cosa que el único remedio ante el desgaste autoasumido de Alicia Sánchez Camacho: el PP, al menos coyunturalmente, está perdido en Cataluña, en Valencia, en Baleares.

Y Rajoy tendrá que recorrer muchos montes para recuperar el inmenso terreno perdido. Así que dentro de unas horas, si es que no se echa al monte del silencio que tanto le ha gustado siempre, sabremos lo que tiene que decir ante la avalancha. Que no solo de adelantar presupuestos, de obtener unos buenos resultados económicos y de dejarse fotografiar en el baño fluvial vive un Gobierno. Como tampoco, por cierto, vive una oposición a base de sonrisas, selfies, promesas, artículos con más de lo mismo en los mismos medios y falta de programa, programa, programa. Ya sé que la solución no será mañana, ni pasado; pero en las próximas horas deberían, deberíamos, intentar ir cimentando una solución. Ya no quedan ni dos meses para la primera de las grandes batallas. Y no todo el monte es orégano; de hecho, no hay orégano en estos montes amenazados de incendio a los que dicen los monclovitas sonrientes, aunque sea que no, que se nos ha echado el presidente.

Fernando Jáuregui

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