lunes, septiembre 23, 2024
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Mariano vale por cuatro

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Una de las grandes virtudes de la presentación anual de los Presupuestos Generales del Estado es la de poder confrontar los anuncios del Gobierno con la realidad económica de la ley presupuestaria. A fin de cuentas, no hay más prioridad política que la respaldada con euros contantes y sonantes.

Pues bien, a esa virtud en esta ocasión debemos añadir otra: la de saber en cuánto se valora a sí mismo el presidente del Gobierno. Exactamente, Mariano Rajoy vale por cuatro pensionistas. Al menos, es lo que él debe pensar, no en vano ha decidido subirse el sueldo cuatro veces más que a cualquier pensionista de este país: un 1% frente al 0,25% de las pensiones. Ahora se entiende mejor lo del círculo virtuoso en el que ha entrado España que nos contaba hace unos días: a fin de cuentas, se dirá Rajoy, la recuperación económica bien entendida empieza por uno mismo. Los pensionistas sin embargo tendrán que esperar, salvo José Ignacio Wert, que como embajador ante la OCDE sí que ha logrado una pensión virtuosa…

No seré yo quien censure el sueldo cobrado por el presidente o por los ministros del Gobierno de España, alejados o muy alejados de los percibidos por sus homólogos en muchos países de la Unión Europea. Si hay una forma efectiva de degradar la política democrática es, precisamente, la de devaluar las remuneraciones que perciben los representantes públicos. ¿Quién podría dedicarse al servicio público con medidas como la supresión de salarios decretada por María Dolores de Cospedal la legislatura pasada en Castilla La Mancha?

No, no se trata de hacer demagogia con el salario de Rajoy. Lo realmente demagógico es vanagloriarse, como hace el Gobierno, de que suben las pensiones cuando lo han hecho un miserable 0,25% por tercer año consecutivo, esto es, haciendo perder poder adquisitivo a los pensionistas.

Con el vilipendiado José Luis Rodríguez Zapatero, la pensión media de jubilación subió un 41% en sus ocho años de gobierno. Con Mariano Rajoy, en el mejor de los casos los pensionistas con pensiones más bajas habrán logrado ganar por debajo de medio punto de poder adquisitivo. Los de pensiones más altas, habrán perdido algo más de ese medio punto. Y esto sin hablar de las subidas del IVA, de la luz, de los copagos farmacéuticos, de la exclusión de medicamentos –más de 400– de la financiación pública, de los hachazos a la ley de la dependencia…

Y sin hablar –ya lo hice aquí mismo la semana pasada– de la senda de quiebra en que ha metido a la Seguridad Social por los nefastos efectos de la reforma laboral sobre las cotizaciones sociales y el saqueo constante a que ha sometido a la hucha de las pensiones, con cuyos ahorros se ha permitido adornarse año tras año para mantener la ficción de la subida de las pensiones.

Ese ha sido el trato de Rajoy a los pensionistas: un maltrato sistemático y, tras su reforma de las pensiones, sistémico.

Claro que para demagógica, la referencia de los Presupuestos al incremento del gasto social. El Ministerio de Montoro no ha tenido el menor empacho en permitirse excluir del cálculo la partida de desempleo para poder afirmar que el gasto social crecerá el año próximo un 3,8%. Bravo por Montoro y su equipo. A fin de cuentas, ¿a quién le importa que los fondos para desempleo caigan un 22% en un país con 5.149.000 parados, el 58% de los cuales no percibe ningún tipo de prestación?

Para quien no se haya dado cuenta de la gravedad del asunto, les recuerdo que el presupuesto de desempleo habrá bajado en 2016 un 35% con respecto a 2011. Si las previsiones del Gobierno se cumplieran, la tasa de paro se habrá situado el año próximo en el 19,7%, es decir, 2,86 puntos por debajo de la tasa con que se cerró 2011, un 12,6% menos. La conclusión es obvia: el recorte en el presupuesto para desempleo no responde al propio de la caída del paro, sino a la exclusión de cientos de miles de desempleados de la red de cobertura del Estado. No solo han perdido el empleo, sino que el Gobierno les abandona a su suerte. Todo un gesto social de este Gobierno con los más desesperados.

Si tan virtuoso es el círculo en que ha entrado la economía española, presidente, debería haber empezado por aliviar a los colectivos más vulnerables, no por alegrar a quienes comparten su mesa cada viernes para decretar nuevos sufrimientos a los ciudadanos.

Menos mal que habrá elecciones en diciembre y, para enero, un nuevo gobierno que deberá corregir este brindis al sol electoral de Rajoy y su tropa…

José Blanco

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