lunes, septiembre 23, 2024
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No está el horno para independencias

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Aunque el ruido político-periodístico, que son desgraciadamente cada vez más lo mismo y de responsabilidad doble, se va por derroteros todo lo más alejado posible de la nuez el hecho esencial pugna por aflorar por encima de la propaganda. Y el hecho es que no está el horno, ni el europeo, ni el español ni el catalán para andarse con independencias. Que en frío y sin clamores ni calenturas exaltadas de fervores y odios el paso es de tal gravedad, riesgo y contraindicaciones que más que aventura resulta suicidio anunciado.

Lo primero es que dar el paso como Mas pretende darlo es de inicio una barbaridad absoluta. Si para cambiar su propio Estatuto necesita dos tercios de su propio parlamento él ha resuelto por su cuenta y riesgo que para provocar el trauma de una secesión le vale con un escaño mas, aunque eso no suponga ni un 35% de los votos emitidos y que con respecto a la población total pudiera quedarse en un cifra aún mas ridícula. Pero además sabe, aunque lo oculte, que darlo es un gesto definitivo pero no de independencia sino de forzar la aplicación de los mecanismos del estado en defensa de la Ley y de la Constitución en defensa de la soberanía nacional y los derechos y deberes de todos los españoles, incluso entre sus ciudadanos los propios catalanes. Vamos que puede proclamarlo pero no puede hacerlo porque carece de competencia, legitimidad, legalidad y autoridad para hacerlo.

Porque Cataluña es ahora Europa pues es parte de España, pero dejaría de serlo de inmediato si no lo fuera

Pero es que mas allá de todo ello lo esencial es que el hecho en si mismo. Una alucinación envuelta en la mentira que Mas-Junqueras intentan hacer pasar por verdad o camuflar como sea. Y que de consumarse eso supondría de inmediato la autoexclusión de Cataluña de Europa, de su moneda, de sus fronteras comunes, de sus organismos, de todo. Porque Cataluña es ahora Europa pues es parte de España, pero dejaría de serlo de inmediato si no lo fuera. Y no solamente es que esté escrito negro sobre blanco en los tratados es que se lo han dicho de todas y cada una de las maneras. Pero es precisamente lo que se niegan a oír y procuran que sea de lo que no se enteren los votantes. O sea, que les mienten en ello como bellacos pues saben que de decir y saberse la verdad su decisión cambiaría en muchos casos. Vamos que desde luego a los de Barcelona, aunque tengan de alcaldesa a Colau, lo de quedar aun en peor  corralito que el de Grecia les haría pero que muy poquita gracia. Pero que, aunque lo oculte TV3 de toda forma y manera, más les valdría saber que es ahí donde les llevan.

No estaría de más tampoco que los socialistas, a los podemitas y pelajes adherentes, es mejor tener claro que en esto no son sino aliados finales de la secesión y la desvertebración del estado, de una vez por todas y corrigiendo definitivamente su deriva desde hace decenios, se aclarasen en con quien están de una vez y por todas. Si con la soberanía nacional y los derechos iguales de los ciudadanos o siguen jugando a quedarse en ese terreno pantanoso de que por un lado ZPedro se venda por entero con la bandera pero por el otro juega con apoyar en los municipios la independencia, enarbolar la estelada y seguir con la milonga de que más bien y en el fondo la culpa de que los nacionalistas vayan desaforados a proclamar la secesión, la tiene quienes se oponen a ello. Y ya precisando que la tiene el PP, que es bien sabido que tiene la culpa de todo. Los últimos juegos malabares de concesión de privilegios y creación como reflejo de desigualdad de derechos y deberes entre españoles por el territorio en el que viven están levantando entre sus propias filas verdaderos sarpullidos.

Pero todo ello y vuelvo al principio son, en el fondo, consideraciones secundarias. La primera, la que parece más intangible me parece en el fondo la que tiene más cuerpo y peso. Es la del sentido común, la de valorar qué se pierde y qué se gana, la de sentir que en un momento donde parece que comenzamos a salir del hoyo meterse de nuevo en un pantano de fango y poner en peligro las cosas del comer y del vivir y del sanar no parece nada razonable. Y aunque en esto la razón importe menos en muchos casos que la calentura, llamada también sentimiento,  lo que dice es no, que no está el horno para independencias.

Antonio Pérez Henares

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