domingo, noviembre 24, 2024
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Locos al volante

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El verano da de sí para muchas cosas, entre otras para elaboración de noticias curiosas, muy curiosas. Un estudio del fabricante de neumáticos Goodyear y la London School of Economics concluyen que, entre los conductores europeos, conviven hasta siete personalidades diferentes: el profesor, el sabelotodo, el competitivo, el justiciero, el filósofo, el evasivo y el fugitivo. En el primer grupo están aquellos empeñados en rectificar a los demás y que, además, esperan que se le reconozca sus esfuerzos para enseñar. Un conductor «justiciero» sería aquel al que le gusta castigar a quien lo ha hecho mal, y uno de tipo «evasivo» trata a aquellos que cometen infracciones de forma impersonal y los ve sólo como un peligro.

En el estudio se dice que las diferentes personalidades funcionan como una válvula de escape para lidiar con las emociones o sensaciones de frustración, y la mayoría de estas conductas son catalogadas como peligrosas para la seguridad vial. Leída así la noticia da la sensación de que no se habla sólo de conductores, sino también de una forma de entender la vida y aunque puede haber casos de cambio de personalidad al volante los justicieros, los sabelotodos, los competitivos, existen en nuestra vida cotidiana.

Las diferentes personalidades funcionan como una válvula de escape para lidiar con las emociones o sensaciones de frustración

Yo me paso media vida al volante y doy fe de que esas personalidades existen y se convierten en extremadamente peligrosas. ¿Quién no ha vivido nunca una experiencia del justiciero que si detecta un mínimo despiste te hace la vida imposible: toca el claxon reiteradamente, enciende las luces, se acerca peligrosamente a tu coche con ánimo amenazante, como intentando echarte de la carretera, te hace la peineta, te insulta con gestos obscenos, etcétera? ¿Quién no ha padecido al «sabelotodo» que si encima le llevas de copiloto te esta indicando a cada segundo que frenes, metas la cuarta, la quinta, aceleres, modulases con antelación el intermitente…? ¿Y quién no ha sentido el peligro del «competitivo» que no soporta que le adelantes y si lo haces te hostiga de forma inmisericorde hasta que consigues quitártelo del medio, siempre reduciendo tú la velocidad?

El estudio señala que una misma persona puede responder a varios patrones según las circunstancias de la conducción, que los psicólogos dicen que puede convertirse en «una experiencia frustrante y estresante». No dice nada de un aspecto fundamental la discriminación en razón de sexo. Si además de conductor eres mujer, es decir conductora, algunos desatan al machista que llevan dentro y la cosa se vuelve realmente peligrosa. Lo de menos muchas veces es el insulto y que a la primera de cambio te llamen «puta» y  lo demás que a ese tópico tan manido de «mujer tenías que ser» se añada un hostigamiento que puede durar trayectos largos y terminar con agresiones físicas. Tengo una amiga que en una ocasión, en un aparcamiento, se le acercó un «matón» y le propinó un bofetón en toda regla seguido de patadas e insultos, según dijo, porque le había birlado el sitio. El energúmeno en cuestión no le dio ocasión a mi amiga de decirle que no había visto que había otro coche esperando y la cosa terminó con una denuncia en la comisaría donde a ella no le hicieron ni caso porque no había ido al hospital y no iba «armada» de un parte de lesiones.

Paradojas de la vida, meses después la agredida recibió una denuncia del agresor que resultó ser todo un chantajista. Después de producirse el incidente se había ido a urgencias de un hospital argumentando que mi amiga al aparcar le había dado por detrás en su coche agravando se una lesión de columna que tenía desde hacía años, por lo que pedía una importante indemnización económica. La cosa quedó en nada pero mi amiga fue condenada a pagar las costas lo que, junto a la minuta del abogado que tuvo que contratar, se le puso en un pico. Muchas veces hemos comentado si dada la actitud violenta del tipo qué hubiera pasado de llevar un arma y al final era de agradecer que fuera sólo un sopapo.

Que conducir sea la válvula de escape para muchos no deja de ser una señal de alarma de la sociedad que hemos creado. De momento es positivo que con el verano en su recta final la siniestralidad en las carreteras españolas se mantenga por debajo de los niveles del 2014. Aún así se llevan contabilizado 664 fallecidos desde enero, lo cual es una barbaridad. Además, con los datos que apunta este estudio se te ponen los pelos como escarpias.

Esther Esteban

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