Ya se sabe que una noticia nueva borra la anterior y el periódico de ayer apenas da para envolver el bocadillo de mañana. La vida es así, pero hay realidades pendientes que no deberíamos olvidar. Llevamos cuarenta días sin saber nada de tres periodistas españoles desaparecidos en Siria. Antonio Pampliega, José Manuel López y Ángel Sastre cruzaron la frontera de Turquía en dirección a la ciudad de Alepo el 10 de julio. El último contacto tuvo lugar dos días después.
Desde entonces no se ha sabido nada de ellos. Alrededor de la desaparición, todo son conjeturas. En un primer momento algunos medios hablaron ya de secuestro señalando como posible responsable a un grupo armado que opera en la región de Alepo (Frente Al Nsura) y que pasas por ser una franquicia de la organización terrorista Al Qaeda. No se ha podido confirmar este extremo. Se sabe, eso sí, que desde el Ministerio de Asuntos Exteriores siguen activando todos los contactos en la zona, limitados en su expresión diplomática porque la situación de guerra civil que vive Siria aconsejó en su día cerrar la Embajada en Damasco. Pero en el Servicio Exterior hay que incluir a los especialistas del CNI que pueden estar operando en la región. Visto el precedente (con final feliz) de otros casos de secuestro (Javier Espinosa, Ricardo García Vilanova, Marc Marginedas) y, en ellos habría que depositar la mayor esperanza de resolución de este nuevo caso cuya razón última es de carácter extractivo.
Cuarenta días sin noticias, son muchos días.
Los grupos armados que operan en la región recurren al secuestro de occidentales (periodistas, médicos, cooperantes, etc.) para pedir rescates. Es una fuente criminal de financiación. Pero es lo que hay. Coincido con el ministro García-Margallo en que la discreción es un elemento fundamental en este tipo de situaciones. Dejar que trabajen los profesionales sin presión de la opinión pública. Es lo pertinente. Pero pensando en la angustia de las familias de nuestros tres colegas que, lógicamente, viven de otra manera este drama de incertidumbres, parecería de justicia recordar que la vida de Antonio, de José Manuel y de Ángel sigue en peligro. No les hemos olvidado y tememos por ellos porque cuarenta días sin noticias, son muchos días.
Fermín Bocos